Una corona hecha con ramas de espinos, notas predicación

domingo, 30 de marzo de 2025


Todos los días, desde que nos levantamos hasta el anochecer, tenemos que tomar decisiones. Y podríamos creer que algunas carecen de importancia, como beber o no un café en el desayuno, mientras que otras aparentan tener más alcance, como elegir la ruta del transporte hacia nuestro trabajo. También encontramos decisiones que quizá solo tomemos una vez en la vida, como comprar una casa, casarnos o tener hijos. Estas últimas nos afectarán a lo largo de toda nuestra vida e incluso a la misma humanidad.

Y, en medio de tantas elecciones, solemos inclinarnos a no prestar atención a la mayoría de las personas que caminan al otro lado de nuestra banqueta. No obstante, alguna persona que juzgamos como insignificante, con un pequeño cambio, podría pasar del anonimato a convertirse en todo un “influencer”. En la Biblia, en el libro de Mateo, capítulo 27, se nos narra el encuentro entre Poncio Pilato y Jesús de Nazaret. Ellos definitivamente eran personajes públicos en ese momento de sus vidas. Pero, de no ser por este evento, con el paso de los años, el nombre del primero podría haber desaparecido o ser solamente una pequeña mención en algún libro de historia. Veamos los siguientes versículos:

Mateo 27:1-2 Traducción en lenguaje actual (TLA)
1 Al amanecer, todos los sacerdotes principales y los líderes del país hicieron juntos un plan para matar a Jesús. 2 Lo ataron, lo sacaron del palacio de Caifás y lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador romano.


Ahora nos debemos preguntar: ¿Por qué traer a Jesús ante Poncio Pilato? Él tendría que tomar una decisión, pues humanamente tenía el poder de decidir entre la vida y la muerte de quienes gobernaba. Evidentemente, su nivel de influencia no era para nada despreciable. Ahora, con este contexto, podemos entender que el desayuno de ese día de Poncio Pilato sería el último normal y que su impacto histórico perdura hasta nuestros días. Desde el punto de vista de un creyente, piense en lo siguiente:
  • Juzgó al Rey del universo sin tener entendimiento de lo que hacía.
  • Prefirió escuchar a las multitudes y no actuar de acuerdo a lo que él creía correcto.
A todos nosotros, durante alguna etapa de nuestras vidas, se nos ha dado el poder de influir profundamente en otros, sean multitudes de desconocidos o unos cuantos individuos de nuestra familia, escuela o trabajo. Entonces, siendo creyentes, necesitamos comprender que no hay día simple en nuestras decisiones. Es primordial tener entendimiento de todo lo que hacemos y, constantemente, tendremos que decidir entre perseguir lo que le agrada al mundo y hacer lo correcto.

La Biblia nos narra que, al escuchar lo que alegaban los sacerdotes contra Jesús, Poncio Pilato intentó intercambiar su vida por la de Barrabás (quien era un homicida). Aunque los poderes como gobernador de esa época le permitían simplemente liberar a Jesús, no era necesario hacer intercambio alguno. Y, aún después de que la gente le pidió crucificarlo, Pilato manifestó creerlo inocente, pero ante la insistencia de los presentes, cedió a su petición. Si en algún momento él tuvo principios morales y éticos, allí, en ese instante, fue probado y falló completamente. Veamos los siguientes versículos:

Mateo 27:27-29 Traducción en lenguaje actual (TLA)
27 Los soldados de Pilato llevaron a Jesús al patio del cuartel y llamaron al resto de la tropa. 28 Allí desvistieron a Jesús y le pusieron un manto rojo, 29 le colocaron en la cabeza una corona hecha con ramas de espinos, y le pusieron una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron ante él, y en son de burla le decían: «¡Viva el rey de los judíos!»


Este pasaje de la Biblia siempre ha despertado mi interés, llevándome continuamente a la misma conclusión: aunque pasen los siglos, seguimos “vistiendo” de rey a Jesús en nuestras vidas con lo que hablamos en las iglesias, mientras que con nuestras acciones agregamos espinas a esa corona con las pequeñas decisiones de nuestra vida cotidiana.
  • Vivir una vida de creyentes en apariencia, en cierta forma, son los azotes y burlas que recibió Jesús:
  • Las alabanzas se convierten en mentiras.
  • Los propósitos y promesas nunca se llegan a consolidar en nuestras vidas.
  • Nos “arrodillamos ante Él”, pero es mentira que sea nuestro rey.
  • Nuestro mal testimonio lo humilla ante los no creyentes.
El día de hoy debemos decidir si vamos a escuchar a las multitudes, si sus opiniones y sus modas gobernarán nuestra vida, o realmente haremos a Jesús nuestro rey.

Lucas 23:34 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
 
 
 

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