Amamos a nuestros hermanos: notas predicación

domingo, 16 de marzo de 2025


El tema de hoy trata sobre la importancia de identificarnos con aquellos que necesitan ayuda, ya que solo a través de esa conexión podemos brindarles un apoyo efectivo y genuino. Cuando se trata de ayudar, son muchos quienes claman poder realizar actos de bondad, pero son pocos quienes realmente tienen los medios para hacerlo. Quizá esta afirmación resulte demasiado severa, pero cuando nos referimos a los "medios", no solo queremos señalar lo económico, que en ocasiones es decisivo, sino que queremos denotar que la verdadera ayuda es algo más integral, donde debemos relacionarnos profundamente con el necesitado en distintas áreas, como son:
  • Experiencias comunes
  • Creencias
  • Emociones
  • Idioma
  • Intereses
  • Comprensión
Y de lo anterior, algunas ocurrirán simultáneamente para que logremos conectarnos con aquellos a los que deseamos ayudar. De lo contrario, lo que termina ocurriendo es que nuestro intento de ayuda estará acompañado de prejuicios e intereses propios, como lo llegamos a observar comúnmente. No es de extrañar que personas que dicen acercarse sin ningún interés a nuestras vidas terminen traicionando la confianza que les entregamos. Esto aplica en las relaciones personales, el trabajo e incluso en la iglesia. Sin ánimo de ofender a nadie, debemos ser muy cautelosos al compartir información personal con personas que no son nuestra familia cercana.

Son muchas las historias que hasta hoy conocemos de personas que viven como parásitos, aprovechándose de aquellos que se suponía que ayudaban. Y esto sucede por la falta de valores y ética, como resultado de la baja empatía que sienten hacia otras personas. Es decir, estas personas fingen casi siempre desde un principio un interés genuino en ti, porque sus metas están relacionadas con objetivos personales a corto plazo, lo cual no siempre significa dinero, pero siempre está relacionado con obtener control sobre la persona. Descartemos la idea de que siempre tienen una personalidad histriónica, pero debemos estar atentos a lo que decimos o firmamos.

Jesús es alguien que puede ayudarte genuinamente, debido a que Él se puede identificar con cada uno de nosotros. Su interés por ser cercano en cada situación de nuestra vida fue lo que lo llevó a la cruz (Romanos 5:8, 1 Pedro 2:24).
  • "Padre, perdónalos" (Lucas 23:34): Nos habla de su comprensión por cada uno de nosotros.
  • "Hoy estarás conmigo" (Lucas 23:43): Nos habla de su interés por poder ayudarnos.
  • "Mujer, he ahí tu hijo" (Juan 19:26): Nos habla del cuidado que tiene hacia quienes ama.
El creyente que llega a tener claro todo lo anterior aún necesita limpiar su vida de lo que llamamos anteriormente prejuicios e intereses propios, ya que es fácil llegar a creer que por nosotros mismos podemos hacer algo por el necesitado. Pensemos en lo siguiente:

Romanos 1:21 Traducción en lenguaje actual (TLA)
21 pues saben de Dios, pero no lo respetan ni le dan las gracias. No piensan más que en hacer lo malo y en puras tonterías.


El versículo anterior puede incomodar, sobre todo a los asistentes regulares al templo, pero son los que mejor pueden comprenderlo. Ser creyentes no produce automáticamente la santidad en esta tierra, pero sí la salvación (Romanos 10:10). Entonces, la santidad es algo que se necesita trabajar todos los días hasta que nos encontremos en la eternidad con Cristo. Mientras esto ocurre, tenemos que ayudar a quienes se encuentran confundidos e inseguros sobre lo que será de sus vidas, y esto lo conseguimos acercándolos a Cristo, relacionándolos con Él, su vida, muerte y resurrección. Está bien que, en un principio, seamos el medio para presentar el plan de salvación, pero necesitamos llevar al necesitado a depender completamente de Aquel que realmente lo ha dado todo por nosotros. Si usted no siente empatía por alguien necesitado, aun siendo creyente, mejor arrepiéntase, aléjese, ore y permita que Dios encuentre un mejor camino.

1 Juan 4:19 Traducción en lenguaje actual (TLA)
19 Nosotros amamos a nuestros hermanos porque Dios nos amó primero.
 
 

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