Todo tiene su cómo y su cuándo, notas predicación

domingo, 3 de enero de 2021


Un nuevo año inicia y hay quienes lo tratan de ver con la perspectiva de una ventana nueva de oportunidades, lo cual, no está mal. Es importante renovar constantemente la fe y la esperanza, pero esto no significa que caminemos a ciegas en una dirección solo esperando que ocurra lo mejor. En ocasiones tendremos que decidir entre qué resulta mejor: si caminar o no moverse.
Entonces, es momento de ponernos a pensar que comienza nuevamente la cuenta regresiva para terminar otro año, tenemos doce meses por delante para tomar decisiones y volver a ver si logramos alcanzar los deseos de año nuevo. Para quienes planean hacer ejercicio y volverse «fitness» resulta obvio que no funcionara quedarse inmóvil, tendrán que salir a caminar y eventualmente aumentar la rutina. Sin embargo, para quienes iniciaron el año enfermos necesitaran no moverse mucho y guardar reposo. Con esto lo que queremos decir es que lo que funciona para una persona no necesariamente funciona para otra. Debido a circunstancias muy especificas, los resultados pueden llevarnos a destinos distintos. Veamos que nos dice la biblia acerca de esto en el siguiente versículo:

Proverbios 19:21 Nueva Biblia Viva (NBV)
El hombre puede hacer muchos planes, pero la decisión final es del Señor.


Pensar en lo anterior nos puede llevar a tener un enfoque práctico si lo enlazamos con lo ya platicado. Es decir, necesitamos visualizar y, no solo eso sino, planificar mucho para este año. Pero, «la decisión final es del Señor», no lo olvide. Por tanto, si entendemos quién decide los resultados de nuestras acciones, por consecuencia, debemos planificar con respecto a su voluntad para que nos vaya bien en todo. A continuación, cuatro áreas, sin orden intencional, que la gente cita en sus deseos de año nuevo más frecuentemente:
  • Economía
  • Salud
  • Trabajo
  • Familia
El orden de los puntos citados lo decide usted y la importancia también. No basta tener buenas intenciones o hacer «decretos de voz» para que las cosas ocurran. Desear que llueva no produce la lluvia. Pero, existen cosas donde usted tiene parte del control, quizá llevar un «paraguas». Veamos cada uno por separado rápidamente.
 
Una economía sana
Conlleva que usted ejerza un gasto responsable y un constante ahorro; evitar gastar más de lo que gana es un buen inicio, agregue no participar de rifas o en préstamos por vacaciones que no necesita o que seguirá pagando durante meses o años.

Un cuerpo sano
Conlleva que usted cuide lo que su cuerpo puede y no procesar. No solo se trata de ejercitarse y consumir alimentos saludables. Sino de los aspectos que giran con su condición actual y prácticas cotidianas: un alimento puede ser el más nutritivo del mundo, pero sí es consumido en exceso lo puede perjudicar; correr puede ser un ejercicio muy completo, pero si usted tiene lesiones puede terminar empeorándolas. No podemos ser negligentes con nuestros cuerpos y luego llorarle a Dios por nuestra salud.  

Un trabajo sano
Usted podría pensar: «con tener trabajo basta». Pero, pidamos a Dios que nos provea de trabajo y salgamos a buscarlo. Sentados en casa es poco probable que lo consigamos. Y, con sano, nos referimos a que no siempre el trabajo resultará el adecuado para nuestro bienestar, y menos donde se fomenten vicios o la desgracia para otras personas.

Una familia sana
Tener una familia sana y unida es el deseo de muchos, y no solo tenerla junta, que es una cosa muy distinta. Las familias «tóxicas» existen y se caracterizan por miembros con comportamientos destructivos y una muy mala convivencia. Posiblemente, es la situación de muchos de nuestros lectores.

Al final de estos cuatro puntos podemos resumir que el poner en orden su vida, pondrá en orden mucho de los aspectos mencionados, así como lo no mencionado. Confiemos que Dios se encargue. Veamos el siguiente versículo:

Eclesiastés 8:6-7 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Lo cierto es que todo tiene su cómo y su cuándo; nuestro gran problema es que no sabemos cuándo y cómo van a pasar las cosas, ni hay tampoco nadie que nos lo pueda decir.


La suerte poco o nada tiene que ver con lo que ocurrirá a lo largo de tu vida. Lo que si podemos decir, basados en el versículo que acabamos de leer, es que «todo tiene su cómo y cuándo». Haciendo referencia a que no podemos apresurar, por ejemplo, la velocidad con la que cae la lluvia. Pero, en todo lo que esté en nuestras manos, debemos procurar hacer el bien y hacer las cosas bien. Comenzamos hablando sobre planificar y, esto implica que, debemos predisponernos para situaciones que esperamos ocurran: sean buenas (que es nuestro mayor deseo) o, sea que lleguen momentos complicados. Y, de igual manera, necesitamos ser responsables y prever ese tipo de escenarios. «Nuestro gran problema es que no sabemos cuándo y cómo van a pasar las cosas», por tanto, la solución no está en tener buenas vibras para que nos vaya bien o el pensamiento positivo. Sino que lo invitamos a reflexionar en que nuestras acciones tienen consecuencias para bien y para mal, que son cosas que sí podemos controlar.

Si usted impermeabiliza su casa no le garantiza que no se le meterá el agua por otro lado. Pero usted tomó las medidas correctas. El universo tiene su forma de funcionar y hay muy poco o nada que podamos hacer para cambiar esto, pues está en la voluntad de Dios que las cosas ocurran de una manera u otra. Sabiendo esto, podemos pedir a Dios día con día, que sea su voluntad la que se cumple en nuestros planes cotidianos y nosotros estemos dentro de su voluntad viviendo una auténtica fe ante las situaciones actuales que no llegamos a comprender. Terminamos con el siguiente versículo:

Jeremías 29:11 Dios Habla Hoy (DHH)
Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.



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