Si puedes ayudar a tu prójimo, notas predicación

domingo, 17 de enero de 2021


En el acontecer diario llegaremos a conocer gente que entra y sale de nuestras vidas. Con la excepción de quienes vivan encerrados en una torre alta en un bosque lejano al estilo Rapunzel, el humano por naturaleza socializa de manera directa o indirecta. Y podemos insistir en querer vivir sin trato humano pero, la realidad es que, para las actividades esenciales como pagar la electricidad, el agua u obtener alimentos, aunque lo hiciéramos por internet, requerimos en algún momento interactuar con otras personas.

Entonces, las relaciones interpersonales nos obligan a impactar la vida de otras personas, sea que lo notemos o no. ¿Por qué es importante tener conciencia de esto? Veamos esto desde el punto emocional a través de un ejemplo: Cuando tenemos necesidad de visitar un centro comercial en un día de pago de quincena, probablemente nos hemos sentido en algún momento abrumados por la multitud de gente cruzándose en nuestro camino. Alguien pensará en una sensación de asfixia y, si a esto juntamos la sensación de cada uno de los que también están en el mismo lugar, entonces descubriremos que nuestra angustia es compartida por varias personas que pueden tener menos o más minutos en el mismo centro comercial.

La angustia suele producir desesperación y, si hemos tenido un mal día, esto puede llevarnos a un terrible estado de humor. Por esta situación, en muchas ocasiones, nuestra mente en un mecanismo de autodefensa puede optar por filtrar las emociones y sensaciones de ese momento y mostrar indiferencia a todo lo que nos acontezca en los siguientes minutos. Dicho de otra manera, ignoramos mucho de lo que nos llegue a afectar directamente. Pero resulta que lo llegamos a hacer con tan “buenos resultados” que así se extravían niños que nos acompañaban o llegamos hasta a olvidar para qué habíamos acudido a ese lugar. No queremos decir que a todos les llegan a ocurrir estas situaciones. Pero cuando esto lo llevamos a algún otro contexto, quizá una calle, el trabajo o, la escuela, también hay alguien que necesita ser visto por nosotros y, que de manera no intencional nuestra mente «olvida» que están allí.

Yendo mas lejos, quizá somos nosotros quienes necesitamos ser vistos, nos hemos sentidos solos, abandonados, ignorados por todos y por nadie. Pero Dios, a diferencia de los humanos, nos puede ver claramente en medio de las multitudes; como si se tratase de un conjunto de miles de semillas de arroz él puede darle nombre a cada una y saber todas sus diferencias. Veamos el versículo de Mateo 1:20

Mateo 1:20 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.


En este versículo nos encontramos con que un ángel de Señor sabía el nombre de José pero también conocía de sus problemas, lo cual es tremendamente significativo si lo ponemos en el contexto de millones de personas viviendo al rededor del mundo, pero veamos otro versículo Juan 10:3

Juan 10:3 Traducción en lenguaje actual (TLA)
El que cuida la entrada le abre, y el pastor llama a cada una de sus ovejas por nombre, y ellas reconocen su voz. Luego el pastor las lleva fuera del corral,


Aquí leemos «el pastor llama a cada una de sus ovejas por nombre, y ellas reconocen su voz». Si vives en una familia numerosa quizá en alguna ocasión tus padres abrumados te llegaron a llamar con el nombre de uno de tus hermanos, sobre todo cuando tienen varios hijos pequeños pero, esto no le ocurre a Dios.
¿Por qué podemos confiar en que Dios no nos ignora? veamos ahora el versículo Salmos 139:13

Salmos 139:13 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Dios mío, tú fuiste quien me formó en el vientre de mi madre. Tú fuiste quien formó cada parte de mi cuerpo.


Aunque haya ocasiones en que nosotros no recordamos en que día vivimos, Dios ha estado atento a lo que nos ocurre desde nuestra formación. De tal manera que podemos decir que siempre nos cuida y no debemos sentirnos en abandono. Ahora, sabiendo esto, regresemos al principio donde ignoramos lo que ocurre en nuestro alrededor debido a la cantidad de situaciones complicadas que nos pueden estar ocurriendo en este momento de nuestra vida. Veamos el versículo siguiente:

Mateo 9:35 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Jesús recorría todos los pueblos y las ciudades. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios, y sanaba a la gente que sufría de dolores y de enfermedades.


Nos encontramos en el versículo anterior como era la vida cotidiana de Jesús recorriendo pueblos, ciudades y leemos que mientras «anunciaba las buenas noticias del reino de Dios» a las multitudes, no ignoraba la problemática a nivel personal que tenia la gente de esos lugares, pues «sanaba a la gente que sufría de dolores y de enfermedades». Entonces debo preguntar en este momento: ¿Cómo estamos con respecto a ignorar la problemática social que nos circunda? ¿Evitamos al necesitado manteniendo la distancia? ¿No sabemos como ayudar? ¿No nos interesa enterarnos de los problemas de otros? Aunque, queda claro que no podemos ayudar a todo quien se nos cruce en el camino, veamos el siguiente versículo:

Proverbios 3:28 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Si puedes ayudar a tu prójimo hoy, no le digas: «Vuelve mañana y entonces te ayudaré».


Ayudar al prójimo en ocasiones se puede volver algo complicado y puedes llegar a sufrir decepciones pero no hay razón para perder el ánimo. Nada de lo que hagamos por otras personas necesita ser por recibir alguna recompensa terrenal sino, por ser lo correcto. Te animamos en este tiempo a ensanchar tu corazón y ver que en medio de tus necesidades hay quienes están pasando por una situación más complicada y necesitan de tu ayuda. Quizá, con el simple hecho de reconocer la existencia de alguien y dedicar un tiempo a escucharlo puedes hacer la diferencia en su vida.

Lucas 3:11 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.

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