Los que confían en el Señor, notas de predicación

domingo, 29 de diciembre de 2024


En gran parte del mundo, al llegar el mes de diciembre, somos bombardeados con publicidad “navideña”. Nos cuentan que es la mejor época del año, que hay alegría en el ambiente, que la gente comparte tiempo, amor y regalos, que los milagros suceden. Y, sea por medio de películas, música o comerciales, el mensaje es que ha llegado el momento de hacer todo lo que no pudiste durante el año que llega a su fin. Un mensaje que, en el mejor de los casos, entiendes como “debo tratar de ser mejor persona”. Pero, por lo regular, lo que entendemos es que debemos comer, beber, vestir, salir, festejar y, en general, hacer sin medida todo aquello de lo que nos habíamos abstenido.

La realidad es que la “Navidad” que experimentamos no solo no tiene nada que ver con el nacimiento o mensaje de Jesucristo, sino que no tiene nada bueno para nosotros. En diciembre, encontramos un mes de excesos: de comida, de bebida, de gastos y, más preocupante, de frustración. Es estar escuchando y viendo todo el tiempo lo que “deberíamos” comprar, usar, sentir o vivir. Lo cual lleva a mucha gente a tomar malas decisiones. En gran parte de la población, el tratar de cumplir con lo que se espera de ellos lleva a deudas que los abrumarán hasta por 12 o 18 meses. Y, a pesar de ello, hay un gran sentimiento de fracaso al no poder tener más. Sea paz, amigos, familia, apariencia física, habilidades o posesiones, terminan por convencernos de que algo nos falta, de que este año no lo hicimos lo suficientemente bien, de que debemos tener lo que los demás tienen.

1 Juan 2:16 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo;


En este versículo podemos ver que buscar lo que viene del mundo es un esfuerzo sin fin, pues nuestros deseos son insaciables. Y, probablemente, usted ya lo ha observado. Ya conoce o sabe de gente que, sin importar cuánto tengan, está obsesionada con tener más. Personas cuyos esfuerzos ya no están enfocados en la búsqueda de tener una vida digna. Las cuales no obtuvieron la paz y la felicidad ni con la salud, ni con la comida, ni con la casa, ni con las vacaciones. Individuos que están eternamente esperando tener más para dejar de ser infelices. Pues, desgraciadamente, han creído que el tener más los hará ser más y les dará libertad. Veamos el siguiente versículo:

Santiago 1:25 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Por el contrario, si ustedes ponen toda su atención en la palabra de Dios, y la obedecen siempre, serán felices en todo lo que hagan. Porque la palabra de Dios es perfecta y los libera del pecado.


Nos podemos dar cuenta de que, en el esfuerzo por conseguir todo lo que vemos en otros y que creemos necesitar, no encontramos libertad; sino que la libertad se encuentra en seguir la palabra de Dios. También vemos que hay una felicidad que no depende de las cosas que tenemos en el momento; hay una felicidad que permanece en todo lo que hagamos, la felicidad de hacer la voluntad de Dios.

Tal vez usted ha estado esperando tener un mejor trabajo para empezar a servir a Dios. O quizá se ha dicho a sí mismo que, cuando su salud mejore, entonces podrá entregarse a Él. O, que ya que haya arreglado tal o cual situación que lo tiene ocupado, podrá dedicarle tiempo a Dios. En ese caso, está depositando su confianza en sus propias fuerzas. Le está diciendo a Dios que usted trabajará en ser una mejor persona una vez haya satisfecho todos sus deseos y cumplido todos sus planes; pues, por el momento, está cansado y atareado.

Isaías 40:31 Traducción en lenguaje actual (TLA)
pero los que confían en Dios siempre tendrán nuevas fuerzas. Podrán volar como las águilas, podrán caminar sin cansarse y correr sin fatigarse».


Podemos ver que “los que confían en Dios siempre tendrán nuevas fuerzas”. Pero, ¿qué es confiar en Dios? ¿Será saber que es omnipotente y que puede cambiar mi situación, o esperar que me conceda todo lo que yo quiero? ¿Será saber que Él es mi Padre y el dueño del oro y la plata, por lo que puedo sacar a crédito todo lo que se me antoje y esperar que Él “provea” para pagar? Por supuesto que no. Confiar en Dios no es vivir esperando que llegue el día en que Él quite cualquier incomodidad de tu vida o cumpla todos tus caprichos. Confiar en Dios es creer que, sin importar cuán mala sea la situación que atravesemos, vamos a salir victoriosos. Confiar en Dios es creer que Él sabe lo que es mejor para ti, lo que realmente necesitas para crecer, es permitir que transforme tu carácter a través de las dificultades. Pero, además de creer en la bondad de Dios, confiar en Él implica actuar en consecuencia. Quien confía en Dios, sabe que las circunstancias adversas son temporales y se mantiene firme en obediencia a pesar de ellas.

La confianza en Dios es lo que nos dará libertad, paz y felicidad. El día de hoy lo invitamos a quitar su confianza en su propio esfuerzo y riqueza, para depositarla en Dios. Tal vez usted esté cansado de trabajar para suplir las necesidades de su familia, pero, si usted busca vivir de la manera que Dios le pide, será Él quien le dé nuevas fuerzas; Él lo sostendrá sin importar qué tan complicada se vuelva la situación.
 
 

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