El que está unido a Cristo, notas predicación.

domingo, 27 de octubre de 2024


El tema del día de hoy es acerca de la frecuencia con la que hablamos de Cristo los creyentes. Este tema es recurrente y, sin embargo, parece que se le ha restado importancia en la práctica. ¿En qué sentido es que esto ocurre? Al ser cuestionados sobre este tema la mayoría de los creyentes practicantes suelen responder que sus acciones cotidianas son un claro ejemplo que Dios utiliza para alcanzar almas, pero al indagar más sobre la manera en que impactan en su entorno, no es de sorprenderse que gran parte de sus amistades y conocidos les desconozcan como creyentes.

En lo que conocemos como la iglesia primitiva, la gente ajena al cristianismo podía detectar fácilmente a los creyentes después de un tiempo de convivir con ellos. No debemos confundir las prácticas actuales con las de aquellos tiempos remotos; usted no se encontraría al “hermano” cantando himnos y danzando en todos los lugares de reunión, pero se le podría distinguir por sus principios de vida y la forma de hablar.

Desde entonces, sabemos que aún entre los no creyentes hay gente que vive con excelencia. Con más razón, el poder reconocer a alguno sin que mencione el nombre de Cristo solo por convivencia nos debe referir a una persona extraordinaria. Hoy en día, la gente pide celosamente que se les reconozca por algún título de algo que no sabemos si lo “reflejan”: ingenieros, licenciados, doctores, maestros; y en las congregaciones ocurre exactamente lo mismo. Exigir el reconocimiento por algo que no ven en nosotros nos debería hablar de engaño.

El apóstol Pablo, aun después de su conversión al cristianismo, fue objeto de desconfianza (Hechos 22:3-5, 1 Tesalonicenses 2:1-2), y, pudiendo insistir en un intercambio de palabras para sostener su nueva identidad como creyente, lo mejor que pudo hacer es seguir el evangelio y predicarlo. Nuestras acciones deberían hablar por nosotros y nuestras palabras ser empleadas de manera sabia. Veamos el siguiente versículo:

Hechos 9:6 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
6 Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

 
El anterior versículo fue el inicio de la vida testimonial del apóstol Pablo; su forma de actuar y obedecer a Dios sonaba más fuerte que sus palabras, y si usted ha leído detenidamente sus cartas, entenderá a qué me refiero. La forma en que ocupamos nuestro tiempo, lo que nos gusta escuchar y ver, habla totalmente de quiénes somos. Mientras que usted puede, incluso insistiendo, ser reconocido de una u otra manera, quienes conviven con usted siempre tendrán algo que decir:
  • ¿Le reconocen primeramente como creyente?
  • ¿Mencionan cosas muy negativas?
  • ¿Lo tienen por una amable y buena persona?
  • ¿No saben quién es usted?
A través de los siglos, mucha gente ha tratado de imaginarse el rostro de Jesús y, sin embargo, todo creyente, sin haberle visto, le ha conocido. ¿Ahora entiende cómo es esto posible? Necesitamos, primeramente, predicar la Palabra; esto es algo inmutable, pero también necesitamos ser completamente transformados de tal manera que sea evidente a todos quién nos ha llamado.

2 Corintios 5:17 Dios Habla Hoy (DHH)
17 Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo.
 
 

Buscar un tema

Entradas populares

2 Corintios 4:7 (TLA)

Tenemos este tesoro en vasijas de barro para demostrar que este extraordinario poder que obra en nuestra vida no viene de nosotros, sino de Dios.

Redes sociales

Enlace para tu celular