Autocontrol, humildad, notas predicación

domingo, 9 de junio de 2024


Hoy en día, la gente evita asumir sus responsabilidades. Y escuchamos hablar de cómo culpan a otras personas, ya sea el gobierno, compañeros de trabajo, o su misma familia, para evitar decir: “yo lo hice mal y fui negligente”. Pero esto mismo también lo llevan al ámbito espiritual, donde, al no alcanzar su verdadero potencial, culpan al diablo, a otros cristianos, o incluso a Dios.

Ciertamente hay factores externos que influyen en nuestras vidas, y el diablo es uno de ellos, aunque su poder es limitado y está en nosotros mismos la cantidad que le cedemos.

Santiago 4:7 (PDT)
Así que, entréguense a Dios, resistan al diablo y el diablo huirá de ustedes.


Lo mismo ocurre en la mayoría de las ocasiones con la familia, el trabajo y, en un sin número de situaciones, donde nosotros procrastinamos y culpamos de nuestro sentimiento de miseria y fracaso a quienes no tienen control sobre nosotros. Es decir, nuevamente le damos más “poder” del que realmente tiene al diablo o la situación que nos acontece. El exagerar nuestra situación puede convertirnos en víctimas de nosotros mismos. Necesitamos entregarnos a Dios y no permitir que las situaciones nos dominen.

Por otro lado, es una realidad que solo en contadas ocasiones (a menos que estemos radicando en un país en guerra o vivamos en una zona de extrema pobreza) la situación donde nos sentimos desprotegidos y vulnerables podría venir del diablo, la familia, el trabajo, o la sociedad. Sin embargo, Dios tiene la última palabra sobre nuestras vidas y no algún enemigo.

Santiago 4:8 (PDT)
Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Quiten el pecado de su vida pecadores. Concentren su mente en Dios, ustedes que quieren seguir a Dios y al mundo.


La mayoría de nuestros problemas son resultado de no acercarnos a Dios, de tener pecado en nuestras vidas y esto es debido a que nuestra mente se ocupa de cosas distintas a agradar a Dios. ¿Qué podrían ser estas cosas? Hay cristianos que culpan a espíritus inmundos del alcoholismo, adulterio y otras tantas cosas. Pero, hasta donde hemos podido ver en Santiago 4:7, el pecado es resultado de no entregarse a Dios. Y, en Santiago 4:8, de querer seguir a Dios al mismo tiempo que al mundo. En este punto podemos concluir que el problema no es el diablo, sino la persona.

Por un lado, te atrae lo espiritual que viene de Dios, como puede ser experimentar paz y ordenar tu vida. Pero, por otro lado, lo que te ofrece el vivir como una persona que no tiene a Dios en su vida y se entrega a lo que sus pasiones le dicten sin restricción alguna. Trayendo consigo desgracias creadas por tu negligencia (absolutamente personal), por no pensar bien las cosas.

Santiago 4:9 (PDT)
Laméntense, pónganse tristes y lloren. Que su risa se convierta en llanto y su felicidad en tristeza.


Nadie que se encuentre en una situación de confort culpando al diablo, a otros, o incluso a Dios, puede decir que agrada a Dios. Necesita, como dice en Santiago 4:9, ir de un extremo al otro, reconocer que lo que le causa risa y felicidad en este momento también es la causa de sus males.

Santiago 4: 10 (PDT)
Humíllense ante el Señor y él les dará honra.


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