Uno cosecha lo que siembra, notas predicación

domingo, 1 de agosto de 2021


Seguramente eres de las personas que da todo de si, que te entregas al trabajo y a la familia. Pero quizá la situación social de tu país o la economía te ha hecho experimentar presión emocional. Tal vez estás cansado y no te queda claro qué es lo que sigue en tu vida. Hay días que te sientes apunto de darte por vencido, pues has buscado y confiado en Dios pero la situación se ve cada día peor. Entonces este mensaje quizá te sirva. Continúa leyendo.

Seguimos aprendiendo sobre el encuentro de Moisés y un Faraón del antiguo Egipto. Esta es una historia bastante conocida en muchos aspectos, como a través del cine y novelas que aun, hasta la fecha, siguen transmitiéndose. Pero más que una historia, en el antiguo testamento encontramos las experiencias narradas de este evento. Y podemos llegar a aprender mucho sobre los temores de la naturaleza humana así como la forma en que Dios observa e interviene.

Nos situaremos en el capitulo 7 del libro de Éxodo. Al «joven Moisés», a sus 80 años (Éxodo 7:7), Dios lo había seleccionado para hablar con el Faraón de Egipto. Quizá Moisés estaba desde hace mucho pensando en su jubilación o tendría el sueño que en esa vejez podría estar viviendo sus últimos años de manera tranquila. Pero Dios tenía planes distintos. Pensemos por un momento cómo se sentiría Moisés después de visitar al Faraón para pedir la independencia del pueblo de Israel y ser simplemente rechazado. Moisés cumplió con obedecer a Dios y presentarse a hacer la petición. Sin embargo, al Faraón poco le importo la petición o a quién representaba Moisés.

En general muchos de los creyentes hoy en día hablan de ser pueblo de Dios. Y más allá de la iglesia en que se congregan, llegan a ocurrir, al menos, dos escenarios:
  • El primero es que de las personas con quienes conviven fuera del núcleo cercano no los pueden distinguir de alguien no cristiano. Su comportamiento y manera de hablar los delatan como una persona involucrada con las corrientes del pensamiento popular, con sus mismos valores. La expresión es «mundanos».
  • El segundo es que las personas con quienes conviven los reconocen como cristianos pero poco les importa. Si bien saben que eres cristiano, es decir, que tienes creencias diferentes a ellos, es solamente en la teoría. Mientras que en la práctica, no se nota claramente la diferencia en tu forma de vivir. Te ven en, este sentido, como un igual.
Esto toma relevancia cuando vemos que a través de los siglos no son pocos los casos donde creyentes y no creyentes se comportan de manera muy similar con relación, por ejemplo, con algún pecado. El pueblo de Israel, en la época de Moisés, estaba muy mezclado con las costumbres y prácticas locales. Esto de alguna manera hacía que no dieran testimonio de un «dios» distinto a los egipcios. Otra manera de reflexionar esto en tiempos actuales, es cuando nos hacemos llamar cristianos, pero nuestra forma de proceder está muy distante de lo que Cristo habría escogido hacer en circunstancias similares. Y esto impacta en lo que quienes nos rodean creen acerca de nuestro Dios y cómo se relacionan, o evitan relacionarse con Él.

Entonces podemos llegar a pensar que los egipcios de aquella época creerían que los dioses de otros pueblos que ellos gobernaban eran igual a sus dioses, o quizá menos, por haber sido sometidos. Y, desarrollando esta misma idea, si ninguno de los dioses egipcios contestaba sus oraciones, no tendrían motivos para creer que el Dios de Israel pudiera contestarle a su pueblo. Pero, el pueblo de Israel en esa época y por medio de su situación serviría para manifestar el poder del único Dios verdadero, para que le conocieran en otros pueblos. Veamos el siguiente versículo:

Éxodo 7:5 Dios Habla Hoy (DHH)
Y cuando haya mostrado mi poder sobre Egipto, y haya sacado de allí a los israelitas, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.


La situación complicada en que te encuentres puede ser la oportunidad para que Dios se glorifique en medio de un pueblo incrédulo. En alguna manera, puede que hace algún tiempo tu le hayas pedido a Dios en oración por un trabajo, una familia, u otra situación y te haya sido concedido. Pero, después de un tiempo, llegaran problemas. Esto no debe ser motivo para pensar que Dios ahora se olvida de ti. Puede ser que su plan contigo sea a más largo plazo.

Pensemos de manera rápida cómo es que el pueblo de Israel llegó a estar bajo el dominio de Egipto. Tiempo atrás, un personaje llamado José, le interpretó un sueño por parte de Dios a otro Faraón. En este, le narraba el futuro de los siguientes años en aquellas tierras, a las que llegaría la escasez y el hambre. Entonces ese Faraón le creyó a José y tomando su consejo, estas tierras lograron superar por muchos años sus problemas. La familia de José, al principio de la hambruna llegó a Egipto y siguió creciendo de tal manera que también servían a la casa del Faraón. Y, eventualmente, terminarían siendo esclavos. Todo esto ocurrió en un lapso de aproximadamente 400 años, mas Dios no se olvidó de ellos.

Hay lugares y circunstancias donde Dios nos permitirá ir y seremos de bendición quizá por mucho tiempo. Pero podría pasar que después todo cambie y lo que percibíamos como el “paraíso” se transforme en sufrimiento. Sin importar las circunstancias, no debes abandonar el consejo de Dios. Quizá sea el momento para anunciar el evangelio, lo cual debemos hacer en todo tiempo, pero también nos puede estar guiando a expandirnos e ir otro lugar. Recuerda estas palabras: “El Señor me lo dio todo, y el Señor me lo quitó; ¡bendito sea el nombre del Señor!” (Job 1:21b)

Por muchos años el pueblo de Israel fue de bendición para los egipcios. Y los israelitas viviendo en Egipto en los tiempos de la hambruna posiblemente fueron “felices” porque no les falto que comer. Pero es de esperarse que las circunstancias lleguen a cambiar y que nosotros tengamos que hacer lo mismo, solo Dios no cambia. El tiempo estaba por llegar para salir de esa nación. Y, a través de esa acción, con el tiempo todas las naciones del mundo conocerían el nombre del Señor. Veamos el siguiente versículo:

Gálatas 6:7 Palabra de Dios para Todos (PDT)
No se engañen ustedes mismos, porque de Dios no se burla nadie. Uno cosecha lo que siembra.


Como en un principio mencionamos, quizá tu te has esforzado por hacer bien las cosas pero cada día todo el panorama se ve peor. Ahora es tiempo de voltear nuevamente a ver la palabra de Dios “Uno cosecha lo que siembra”. Si has actuado correctamente por mucho tiempo, entonces continua así y sé paciente que la cosecha está cerca. Si has recibido por parte de alguien maltrato o has sido acusado injustamente, no devuelvas mal con mal, no cedas a la tentación de la venganza o los malos deseos, continua mirando al frente. Si hay instancias judiciales a donde acudir, entonces hazlo y sea Dios quien concluya en su voluntad.

En ocasiones los “hermanos en la fe” que atraviesan temporadas complicadas esperan que les conteste que pronto todas las cosas irán mejor. Pero esto totalmente depende de los tiempos y la voluntad de Dios, no de nuestros buenos deseos. El caso claro es Moisés, que después de anunciar las plagas sobre el pueblo de Egipto y de que ocurriese la liberación del pueblo de Israel aún tendría que continuar por muchos años lidiando con nuevos problemas que surgieron por cuarenta años en el desierto.

Cumplir la voluntad de Dios implica que estemos conscientes que podrá pedir todo de nosotros hasta el final de nuestro aliento, a esto llamamos consagración. Y, puede que suene terrible tener que vivir toda su vida en  “problemas”, pero eso no es toda nuestra existencia. Al final de nuestra vida en este mundo, aún tenemos la eternidad por delante. Si confiamos en ser hombres de Dios, entonces debemos dar por hecho que cualquiera que sea el destino que nos tiene preparado nuestro Señor es para algo mucho mayor a nosotros.

Romanos 8:28 Palabra de Dios para Todos (PDT)
Sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito.


Buscar un tema

Entradas populares

2 Corintios 4:7 (TLA)

Tenemos este tesoro en vasijas de barro para demostrar que este extraordinario poder que obra en nuestra vida no viene de nosotros, sino de Dios.

Redes sociales

Enlace para tu celular