La asamblea de los malvados, notas predicación
domingo, 25 de julio de 2021
Hoy queremos llevar su atención hacia las actitudes y acciones de las personas que lo rodean. No para enorgullecernos o condenarlas, sino para recapacitar sobre nuestro propio comportamiento cuando estamos con estas. Usted podría pensar que no tenemos por qué estar analizando a otros, que es pecado juzgar, que debemos vivir perdonándonos unos a otros. Pero tome en cuenta que, si bien Jesús compartió la mesa con pecadores (Marcos 2:15-17), no solo denunció a maestros de la ley y fariseos (Mateo 23), sino que derribó las mercancías de quienes abusaban en el comercio del templo (Mateo 21:12-13).
Es por esto que le invitamos a reflexionar acerca de la manera en que se relaciona con los miembros de la iglesia. Insisto, sin el afán de sentirnos mejores personas o condenar a terceros, pero sí con el propósito de evitar que usted y su familia se conviertan en sus víctimas o cómplices. Pues, aunque muchas veces los pecados personales no afectan al resto de la iglesia, hay pecados que requieren destruir emocional y espiritualmente a otros. Y, puede creer que en donde usted se congrega todos son muy buenas personas. Pero, algunos de ellos podrían estar fingiendo su espiritualidad:
Mateo 23:5-6 Palabra de Dios para Todos (PDT)
5 »Ellos hacen cosas buenas sólo para figurar como más importantes que los demás. Llevan en la frente cajitas de cuero con porciones de las Escrituras. Hacen esas cajitas cada vez más grandes y agrandan también los flecos de sus mantos. 6 Les gustan los lugares más importantes en las fiestas y buscan los lugares de honor en las sinagogas.
Las iglesias son vistas por la mayoría de creyentes como “lugares seguros”. Espacios de convivencia armónica, en los que, por supuesto, abundan el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y templanza. En donde se puede estar confiado, pues, se espera que todos los asistentes sean “buenos cristianos”.
Por esto, al entrar en un templo, mucha gente se relaja, se olvida de todo tipo de preocupación y quita todas sus barreras. En la iglesia a la que asistimos todos los domingos, no prestamos la misma atención a quién nos está mirando o escuchando que cuando andamos en la calle entre desconocidos. Y, regularmente, compartimos mucha más información privada de la que consideraríamos prudente en cualquier otro lugar. Además, damos por hecho que cualquier persona que tome el micrófono debe ser alguien muy espiritual y que solo busca nuestro bien, creemos que lo que sea que ahí se diga, viene directo de Dios.
¡Y, ojalá fuera el caso! Sería grandioso poder encontrar reuniones así. Quisiera poder decir que en las iglesias solamente hay problemas menores, malentendidos y errores de gente en proceso de santificación, que todos intentamos ser de bendición para nuestro prójimo y simplemente fallamos en ocasiones. Pero, ya hace siglos que se nos advirtió que no es así, que no todo es lo que parece y, que los peces malos no serán separados de los peces buenos hasta el final de los tiempos:
Mateo 13:47-49 Traducción en lenguaje actual (TLA)
47 »El reino de Dios se parece a una red de pescar. Los pescadores echan la red al mar, y en ella recogen toda clase de peces. 48 Cuando la red ya está llena, la sacan a la orilla y se sientan a separar el pescado bueno del malo. Guardan el pescado bueno en una canasta, y tiran el pescado malo. 49 Así también sucederá cuando llegue el fin del mundo: Los ángeles saldrán a separar a las personas buenas de las malas.
Desgraciadamente, infiltrados entre nosotros, hay embaucadores. Tenemos entre los asistentes, personas que saben causar lástima, vergüenza y culpa, tergiversando la palabra de Dios, para sacar provecho de la buena voluntad de los creyentes. Que entienden bien cómo distraer a otros (para que no noten las evidencias de su propio pecado, las obras de la carne) señalando y acusando a todos los que se le pongan enfrente de mundanos o “faltos de espiritualidad”, de falta de amor, perdón y misericordia. Y, si eso no funciona, enumerando pecados pasados (que han confesado en la iglesia) a sus espaldas o en público.
Sí, dentro de las congregaciones, podemos caer en manos de manipuladores y chantajistas, gente que conoce las escrituras y sabe cómo usarlas en nuestra contra y para su propio beneficio. Que, de no poderlo controlar, buscará controlar lo que el resto de la congregación opina de usted:
Judas 1:4 Palabra de Dios para Todos (PDT)
Pues hay unos que se han metido secretamente entre ustedes; de ellos ya se ha dicho en las Escrituras que van a ser condenados. Están en contra de Dios, toman el generoso amor de Dios como excusa para justificar su conducta inmoral y niegan a Jesucristo, nuestro único Señor y Dueño.
Pero, ¿qué podemos hacer al encontrarnos entre este tipo de personas? El día de hoy le sugerimos, hacernos responsables de nuestra propia vida espiritual. Pues, a cada creyente se le ha dado el Espíritu Santo, el cual nos hace saber quién habla con la verdad y quien usa verdades a medias para manipularnos. Así que, aunque se encuentre en la iglesia a la que ha asistido toda su vida, no actúe por mera emoción, escudriñe las escrituras antes de actuar, pídale a Dios que lo guíe. Examine, a la luz de las escrituras las enseñanzas y acciones de quienes lo rodean y valore si se trata de un hermano o no:
2 Juan 1:10-11 Nueva Traducción Viviente (NTV)
10 Si a sus reuniones llegara alguien que no enseña la verdad acerca de Cristo, no lo inviten a su casa ni le den ninguna clase de apoyo. 11 Cualquiera que apoye a ese tipo de gente se hace cómplice de sus malas acciones.
Ahora bien, si usted ya tiene identificado a algún falso creyente, necesita actuar en consecuencia. Pues, habrá personas más susceptibles que usted al engaño. En una iglesia, el trato que se le da a una persona manda un mensaje al resto de la congregación. Cuando los ancianos de una iglesia abrazan, elogian, apoyan o permiten tomar el micrófono a una persona, le están comunicando a toda la congregación, y en especial a los nuevos creyentes, su confianza y admiración por esta. Y, aunque es verdad que en las iglesias se debe recibir a los pecadores y amar a los enemigos, es precisamente para enseñarles la manera en que Dios nos pide que vivamos, no para permitir que estos siembren doctrinas diferentes o se conviertan en el modelo a seguir.
Así también, si usted no quiere ser cómplice del proceder de algún asistente, puede tratarlo con paciencia y respeto, pero con cautela para mandar el mensaje de que no es de su confianza, que usted no está de acuerdo con lo que este enseña o la manera en que vive. Si usted quiere ser hallado inocente al ser juzgado por Dios (Salmos 26), evite participar, aun indirectamente, de los planes de los malvados. No sea usted la referencia por la cual otros permitan que los farsantes manejen sus vidas:
Salmos 26:4-5 La Palabra (BLPH)
4 No tomo asiento con los falsos ni me alío con los hipócritas; 5 detesto la asamblea de los malvados y no me siento con los perversos.
Es por esto que le invitamos a reflexionar acerca de la manera en que se relaciona con los miembros de la iglesia. Insisto, sin el afán de sentirnos mejores personas o condenar a terceros, pero sí con el propósito de evitar que usted y su familia se conviertan en sus víctimas o cómplices. Pues, aunque muchas veces los pecados personales no afectan al resto de la iglesia, hay pecados que requieren destruir emocional y espiritualmente a otros. Y, puede creer que en donde usted se congrega todos son muy buenas personas. Pero, algunos de ellos podrían estar fingiendo su espiritualidad:
Mateo 23:5-6 Palabra de Dios para Todos (PDT)
5 »Ellos hacen cosas buenas sólo para figurar como más importantes que los demás. Llevan en la frente cajitas de cuero con porciones de las Escrituras. Hacen esas cajitas cada vez más grandes y agrandan también los flecos de sus mantos. 6 Les gustan los lugares más importantes en las fiestas y buscan los lugares de honor en las sinagogas.
Las iglesias son vistas por la mayoría de creyentes como “lugares seguros”. Espacios de convivencia armónica, en los que, por supuesto, abundan el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y templanza. En donde se puede estar confiado, pues, se espera que todos los asistentes sean “buenos cristianos”.
Por esto, al entrar en un templo, mucha gente se relaja, se olvida de todo tipo de preocupación y quita todas sus barreras. En la iglesia a la que asistimos todos los domingos, no prestamos la misma atención a quién nos está mirando o escuchando que cuando andamos en la calle entre desconocidos. Y, regularmente, compartimos mucha más información privada de la que consideraríamos prudente en cualquier otro lugar. Además, damos por hecho que cualquier persona que tome el micrófono debe ser alguien muy espiritual y que solo busca nuestro bien, creemos que lo que sea que ahí se diga, viene directo de Dios.
¡Y, ojalá fuera el caso! Sería grandioso poder encontrar reuniones así. Quisiera poder decir que en las iglesias solamente hay problemas menores, malentendidos y errores de gente en proceso de santificación, que todos intentamos ser de bendición para nuestro prójimo y simplemente fallamos en ocasiones. Pero, ya hace siglos que se nos advirtió que no es así, que no todo es lo que parece y, que los peces malos no serán separados de los peces buenos hasta el final de los tiempos:
Mateo 13:47-49 Traducción en lenguaje actual (TLA)
47 »El reino de Dios se parece a una red de pescar. Los pescadores echan la red al mar, y en ella recogen toda clase de peces. 48 Cuando la red ya está llena, la sacan a la orilla y se sientan a separar el pescado bueno del malo. Guardan el pescado bueno en una canasta, y tiran el pescado malo. 49 Así también sucederá cuando llegue el fin del mundo: Los ángeles saldrán a separar a las personas buenas de las malas.
Desgraciadamente, infiltrados entre nosotros, hay embaucadores. Tenemos entre los asistentes, personas que saben causar lástima, vergüenza y culpa, tergiversando la palabra de Dios, para sacar provecho de la buena voluntad de los creyentes. Que entienden bien cómo distraer a otros (para que no noten las evidencias de su propio pecado, las obras de la carne) señalando y acusando a todos los que se le pongan enfrente de mundanos o “faltos de espiritualidad”, de falta de amor, perdón y misericordia. Y, si eso no funciona, enumerando pecados pasados (que han confesado en la iglesia) a sus espaldas o en público.
Sí, dentro de las congregaciones, podemos caer en manos de manipuladores y chantajistas, gente que conoce las escrituras y sabe cómo usarlas en nuestra contra y para su propio beneficio. Que, de no poderlo controlar, buscará controlar lo que el resto de la congregación opina de usted:
Judas 1:4 Palabra de Dios para Todos (PDT)
Pues hay unos que se han metido secretamente entre ustedes; de ellos ya se ha dicho en las Escrituras que van a ser condenados. Están en contra de Dios, toman el generoso amor de Dios como excusa para justificar su conducta inmoral y niegan a Jesucristo, nuestro único Señor y Dueño.
Pero, ¿qué podemos hacer al encontrarnos entre este tipo de personas? El día de hoy le sugerimos, hacernos responsables de nuestra propia vida espiritual. Pues, a cada creyente se le ha dado el Espíritu Santo, el cual nos hace saber quién habla con la verdad y quien usa verdades a medias para manipularnos. Así que, aunque se encuentre en la iglesia a la que ha asistido toda su vida, no actúe por mera emoción, escudriñe las escrituras antes de actuar, pídale a Dios que lo guíe. Examine, a la luz de las escrituras las enseñanzas y acciones de quienes lo rodean y valore si se trata de un hermano o no:
2 Juan 1:10-11 Nueva Traducción Viviente (NTV)
10 Si a sus reuniones llegara alguien que no enseña la verdad acerca de Cristo, no lo inviten a su casa ni le den ninguna clase de apoyo. 11 Cualquiera que apoye a ese tipo de gente se hace cómplice de sus malas acciones.
Ahora bien, si usted ya tiene identificado a algún falso creyente, necesita actuar en consecuencia. Pues, habrá personas más susceptibles que usted al engaño. En una iglesia, el trato que se le da a una persona manda un mensaje al resto de la congregación. Cuando los ancianos de una iglesia abrazan, elogian, apoyan o permiten tomar el micrófono a una persona, le están comunicando a toda la congregación, y en especial a los nuevos creyentes, su confianza y admiración por esta. Y, aunque es verdad que en las iglesias se debe recibir a los pecadores y amar a los enemigos, es precisamente para enseñarles la manera en que Dios nos pide que vivamos, no para permitir que estos siembren doctrinas diferentes o se conviertan en el modelo a seguir.
Así también, si usted no quiere ser cómplice del proceder de algún asistente, puede tratarlo con paciencia y respeto, pero con cautela para mandar el mensaje de que no es de su confianza, que usted no está de acuerdo con lo que este enseña o la manera en que vive. Si usted quiere ser hallado inocente al ser juzgado por Dios (Salmos 26), evite participar, aun indirectamente, de los planes de los malvados. No sea usted la referencia por la cual otros permitan que los farsantes manejen sus vidas:
Salmos 26:4-5 La Palabra (BLPH)
4 No tomo asiento con los falsos ni me alío con los hipócritas; 5 detesto la asamblea de los malvados y no me siento con los perversos.
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