Extremos en el creyente, notas predicación

domingo, 16 de agosto de 2020


Exagerar por lo regular resulta malo en la mayoría de las situaciones. A través de los años hemos conocido y conoceremos a mucha gente que, al pasar por nuestra vida, hace aportaciones importantes en nosotros. Se tiene la idea de que no influimos en la vida de otras personas, como si lo hace el político que vive en otra ciudad. Sin embargo, la realidad es que todos estamos conectados en este mundo, y afectamos las vidas de otros sin darnos cuenta. Quizá la mayoría de nosotros no controlamos el precio del dólar, oro o petróleo. Pero créame que somos importantes desde el momento que respiramos y que, de manera inmediata, tenemos un impacto profundo en nuestras familias y en la gente de nuestro trabajo .
Antiguamente, la sal de mesa se usaba para dar sabor a la comida; pero también se colocaba en la base de los hornos para ayudar a calentar mas rápido, e incluso se habla de que era parte esencial del combustible. Leamos el siguiente versículo. 

Mateo 5:13 Traducción en lenguaje actual (TLA)
13 »Ustedes son como la sal que se pone en el horno de barro para aumentar su calor. Si la sal pierde esa capacidad, ya no sirve para nada, sino para que la tiren a la calle y la gente la pisotee.

Encontramos en la biblia una analogía interesante de nuestra importancia en este mundo. En algunas versiones, solo habla que la sal sirve para dar sabor y que si pierde esta capacidad es inservible. Pero en otras versiones, encontramos incluso el título «La sal y la luz del mundo» haciendo referencia a la trascendencia de nuestras acciones.
De tal manera el mundo tiene necesidad de nosotros, que es importante tenerlo claro. Pero por lo común tenemos una imagen equivocada con referencia a quiénes somos. En esta ocasión solo analizaremos dos casos que son los extremos, por cuestión de tiempo, y desde una perspectiva «cristiana» .
Hagamos una crítica entonces: En la actualidad el creyente no logra impactar a casi nadie en su comunidad por temor a no saber hablar, por temor a las burlas, o por no encontrar el tiempo. Y, casi en cualquier caso, podríamos señalar que la solución es prepararse y anticiparse. Pero, ¿a qué se debe que se den estas situaciones? Por un lado, está casi claro que no sabemos nuestro valor como «La sal y la luz del mundo». Llegando a considerar que tener la casa limpia, nuestros escritorios ordenados, cuidar a la familia,  y quizá hacer algunas donaciones son mas que suficiente. Pero si observamos a nuestro alrededor, mas allá de nuestro círculo cercano podemos ver un mundo en decadencia. El presente año 2020 ha sido malo. Pero ¿recuerda usted algún año bueno? Sin animo de ser pesimista, hay años menos malos que otros, pero no recuerdo años buenos para la humanidad, quizá no he estado suficiente tiempo.
Por otro lado, «La sal y la luz del mundo» se está mezclando en la actualidad con la tierra. Y, con esto quiero expresar que, en vez de impactar al mundo positivamente, es el mundo y todo lo que ofrece lo que cada vez se mete mas en nuestra cabeza y «corazones». 

  • Están por un lado quienes solo piensan que esta vida es para disfrutar y conseguir lo necesario para vivir sin preocupaciones. Que Dios NO quiere ningún tipo de sufrimiento para nosotros sino riquezas. Por tanto hay que esforzarse por tenerlas y recibirlas de quienes nos la ofrezcan.
  • También están quienes argumentan que nuestro paso por este mundo es para sufrir, y que todas las malas experiencias y sacrificios autoimpuestos son necesarios para agradar a Dios. Por tanto aun la pobreza es algo aceptable e incluso deseable.


Yo lo único que veo en estas dos posturas es el gran impacto que tiene el mundo en nosotros. Cuando asumimos posturas extremas las cuales carecen de un equilibrio nos llevan al fracaso. Si fuere en el caso de la riqueza, llegaremos a tener hijos que no sepan el valor real de ganarse la vida. En latinoamericana les llamamos «hijo de Papi». Si es el caso de la pobreza, mal llamada «humildad», tendremos hijos desnutridos y con carencias que no necesitaban tener, con rencores guardados hacia padres «ahorrativos». Y todo lo anterior guarda relación con NO saber realmente cuán importantes somos para otras personas y la importancia de nuestras decisiones en cómo vivir. Leamos el siguiente versículo.

Romanos 13:11 Traducción en lenguaje actual (TLA)
11 Estamos viviendo tiempos muy importantes, y ustedes han vivido como si estuvieran dormidos. ¡Ya es hora de que despierten! Ya está muy cerca el día en que Dios nos salvará; mucho más cerca que cuando empezamos a creer en Jesús.

El llamado apóstol Pablo escribió hace mucho estas palabras para una generación que tenía los mismos miedos y esperanzas que nosotros, y quizá el deseo de tener pan caliente y cafecito para el atardecer. Es decir, aun con la distancia de siglos de estas palabras escritas, pareciese que siempre habremos algunos que vivimos como dormidos, sin enterarnos de lo que está pasando con nuestros cercanos ni con los vecinos. Pero en un mundo globalizado podemos darnos cuenta con revisar las noticias todo lo que está ocurriendo y que no estamos haciendo lo suficiente para mejorar las cosas. Para el creyente el pensar que el día «Ya está muy cerca» debería ser mas que suficiente para movilizarse y quitarse el sueño. Para el no creyente su participación no deja ser importante para su familia y la sociedad pues si así lo desea puede ser la «sal de este mundo».
Hasta aquí con el resumen, los dejo con este versículo

1 Pedro 3:15 Traducción en lenguaje actual (TLA)
15 Honren a Cristo como Señor, y estén siempre dispuestos a explicarle a la gente por qué ustedes confían en Cristo y en sus promesas.

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