Hola ¿qué tal? Hace aproximadamente cuatro meses que se inicio la cuarentena en México, lo cual vienen siendo alrededor de 120 días, poco mas en algunas localidades. Mientras que los números de enfermos por COVID19 se mantienen o descienden en algunas partes del mundo, en México se profundiza más esta crisis sanitaria. Pueden ser muchos los factores que influyen en esto y no es nuestro tema principal en esta ocasión, pero lo que expresan algunas personas es que bastaría con usar cubrebocas y lavarnos las manos todos los días, quizá por un mes haciendo esto todos para poner un freno a esta letal enfermedad.

Una razón por la cual no ocurre esto es debido a que desde el núcleo familiar se demerita el dar el buen ejemplo a los hijos, padres que no cuidan cumplir las normas sanitarias necesarias y que tampoco insisten en instruir a los hijos. Hace falta escuchar:

Pero nada de esto sustituye el buen ejemplo, porque los padres han de discipular a los hijos con este. Entonces estos tiempos de crisis sanitaria hacen revelar las otras crisis de la sociedad. En medio de los malos tiempos ocurre que puede surgir lo mejor o lo peor de nosotros y esto es debido a los valores con los que hemos sido formados desde nuestra temprana edad.

En los tiempos en que Jesucristo camino en esta tierra sus seguidores aprendieron dos conceptos para llegar a ser verdaderos discípulos:

En ambos conceptos hay tres palabras que nos deben dar vueltas en la cabeza: acuerdos, promesas y respeto. Vemos el siguiente versículo.

Romanos 13: 1 (RVR1960)

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.

Como podemos inferir el problema de no atender las instrucciones de las autoridades superiores tiene que ver directamente en el caso de algunos quienes se hacen llamar “ateos” con no respetar acuerdos, promesas y el respeto a otras personas, aunque no todos son así. En el caso del “creyente” simplemente se resume a lo último, que es no tener respeto absoluto a Dios sino “cachos de respeto”.

Mientras en este momento tenemos actividades esenciales para que la sociedad siga funcionando como el comercio, existen otras que deben encontrar otra manera para continuar y que deben ser más creativas llevándose a cabo con distancia (medios digitales, dentro de automóviles, etc.). Tenemos comercios que no cuidan del cliente con respecto al “distanciamiento social y sanitización” necesaria en este momento, entonces es mejor no visitarlos. Tenemos iglesias que organizan reuniones para levantar “diezmos y ofrendas” antes que preguntarte cómo te encuentras y cuidar del “distanciamiento social y sanitización”, entonces no es necesario visitarlas. La lealtad y la fidelidad caminan de la mano del respeto.

La lealtad y la fidelidad son dos aspectos que requieren un acto de voluntad que convergen en el respeto. Cuando pensamos en la profundidad que esto afecta al tejido social podemos ver que en las familias se ha perdido el respeto entre hermanos y padres lo cual se refleja fuera de casa. Veamos el siguiente versículo.

1 Timoteo 5:1-2 (RVR1960)

No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza.

El “cristiano” tiene que cuidar más conscientemente en estos tiempos sus acciones al salir a la calle, que esta plaga no sea expandida por nosotros y nuestra negligencia.

Es momento de que por nuestro bien y el de los demás revaloremos el significado del respeto y la invitación es comenzar desde nuestras familias con aspectos tan básicos como evitar los apodos que menos precian a alguien, y no hablar “golpeado”. Continuando con tratar de hacer un bien todo el tiempo sin que nos lo tengan que pedir, unirnos en una misma acción y pensamiento como si estuviéramos sirviendo al Señor y no a la gente. Y culminando por tomar responsabilidad de las consecuencias que nuestras acciones pueden traer a nosotros, así como a quienes nos rodean.