Esperanza en tiempos de encierro, notas predicación
domingo, 12 de julio de 2020
Mientras la pandemia nos mantiene el mayor tiempo posible en casa, los medios de comunicación han llenado nuestras cabezas de datos. Una de las noticias recurrentes en los últimos días ha sido del cierre definitivo de varios negocios, lo que en ocasiones llega a significar desesperación e incluso desesperanza para quienes han dependido durante años de esta única fuente de ingresos.
Al mismo tiempo, escuchamos que la delincuencia y el crimen no paran y hasta parecen aumentar.
Esta es una situación muy difícil para todos, pero en mayor medida para aquellos que solo creen en lo que ven, que han puesto su esperanza en lo material.
Y es que pareciera que los malvados son felices y que la justicia jamás los alcanzará e incluso han encontrado en medio de esta tragedia la forma de tomar provecho haciendo nuevos "negocios". Mientras que la gente de provecho ve como sus años de esfuerzo equivalen a nada.
Sin embargo, Dios nos dice lo contrario, pues aborrece el pecado, ciertamente cada uno recibirá su recompensa.
Habacuc 2:9 (DHH)
¡Ay de ti, que has llenado tu casa con el producto de tus robos, para ponerte a salvo de todo peligro!
Muchas personas han perdido la esperanza al ver que es mentira que "en esta vida todo se paga" e incluso se han decepcionado de Dios.
Sin embargo, Dios no ha mentido, Él es fiel a sus promesas, Él es justo. Somos nosotros quienes nos hemos confundido. Hemos creído en dichos populares, canciones y hasta en falsos predicadores sin verificar la palabra de Dios.
Él no ha prometido una vida en este mundo sin enfermedades, problemas o enemigos. Él nos ha dicho que tiene planes de bien para nosotros, pero sus promesas no se limitan a lo que nuestra mente alcanza a procesar, son para un futuro en la eternidad.
Romanos 8:18 (DHH)
Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.
Dios nos ha pedido ser valientes en esta corta vida y soportar las dificultades mientras cumplimos con sus leyes. Nos ha pedido elegir diariamente hacer las cosas bien, aunque el mundo nos pague con mal. Y eso es exactamente lo que le pasó a Jesucristo, quien a pesar de venir para bendecirnos a todos, sufrió rechazo y persecución hasta la muerte. Muerte de la que se levantó para vivir el resto de la eternidad en victoria.
¡Es ahí donde debe estar nuestra esperanza, en la victoria de Cristo! Ni en un buen presidente, ni en un buen trabajo, ni en un buen fondo de ahorro, ni en una buena casa, ni en una buena despensa. Solamente en Cristo, con quien moraremos por la eternidad.
Filipenses 3:20 (DHH)
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo,
Ahora bien, tener nuestra confianza en Dios y nuestra recompensa en la eternidad no es sinónimo de ser negligentes en las cosas de este mundo. Dios nos manda a ser trabajadores y bien administrados, a prepararnos para tiempos difíciles y alejarnos del peligro, acciones que tendrán sus consecuencias positivas en esta vida. Pero hay que tener muy claro que ninguna de esas cosas tiene poder por si sola.
Miqueas 7:7 (DHH)
Pero yo esperaré en el Señor; pondré mi esperanza en Dios mi salvador, porque él me escuchará.
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