Él da esfuerzo al cansado: notas de predicación.
domingo, 11 de mayo de 2025
El día de hoy hablaremos de lo que podemos hacer con lo que tenemos. Dependiendo del contexto donde nos desarrollamos desde temprana edad, este nos llega a moldear mentalmente en cierta medida y, como consecuencia, crea hábitos o también llamadas estructuras mentales que guían muchas de nuestras acciones a respuestas determinadas y no precisamente razonadas. Nuestras reacciones son controladas en gran medida por nuestros prejuicios adquiridos por las múltiples experiencias de vida, mas no debería ser así. Asumir el control de nuestros temores nos debe permitir tomar mejores decisiones.
En momentos determinados podemos experimentar la sensación de no tener los conocimientos para una determinada tarea, o no ser lo suficientemente talentosos para realizar algo de manera sencilla. Pero esto se extiende incluso a algo más general, que en su mayoría llegamos a experimentar: creer que nuestros recursos o herramientas no resultan ser suficientes.
- Nuestra familia nos rechaza.
- El dinero escasea.
- Poca preparación académica.
Los anteriores son solo algunos puntos cercanos que pueden derivar en que experimentemos incertidumbre y, por lo mismo, temores.
1 – Nos enfocamos en lo que no tenemos
Entonces, cuando aquello que experimentamos como nuestra realidad es adversa de alguna forma, necesitamos darle la vuelta desde lo que sí tenemos. El control, la creatividad o el ingenio suelen surgir de la escasez. Saber a quién acudir en la necesidad nos permite también conocer quiénes son realmente nuestros amigos. Veamos los siguientes versículos:
2 Reyes 4:1-7 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3 Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.
2 – Pero necesitamos enfocarnos en lo que tenemos
La historia anterior se nos presenta como una tragedia: una mujer queda viuda. Pero, antes que la narrativa se pueda siquiera enfocar en su dolor, esta se dirige a la problemática de lo que trae consigo la muerte de su marido: deudas y la posibilidad de quedarse sin sus hijos. La historia también nos hace saber que el fallecido era temeroso de Dios. Los creyentes definitivamente no somos ajenos al sufrimiento, y en ocasiones, por no involucrarnos con la corriente de este mundo corrompido, podríamos llegar a experimentar escasez.
No tenemos mucha información del fallecido, pero la viuda lo llama: “Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová”.
Entre líneas podemos pensar como si se tratase quizá de algún hermano de la congregación que realmente se entregaba al servicio.
La viuda pudo pensar en acudir al banco a endeudarse más, pero se acercó al siervo de Dios, Eliseo. Quizá pensando en el polvo que traía en las bolsas de su ropa, él la pudo haber rechazado amablemente: “Vamos a orar por usted”. Pero él tenía algo más que “una lengua de plata”, y le hizo una pregunta:
¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa.
Una pregunta que también nosotros necesitamos hacernos ante los problemas. Ella tenía aceite, ¿y usted?:
- ¿Unos hijos que le aman?
- ¿Tu cónyuge que le espera?
- ¿Frijoles en la despensa?
La viuda tenía una vasija con aceite. Dios puede hacer un milagro con lo que tenemos, pero para esta ocasión se necesitó pasar de un estado de queja y lamentación a la acción. La familia de la viuda tuvo que creer que algo bueno podía pasar para traer tantas vasijas como pudieran conseguir. Generar un cambio involucra hacer frente a la limitación de tener una vasija. ¿Lo comprende?
Conclusión
Podemos tenerlo todo y no hacer nada, o comenzar a hacer algo con lo que ya Dios nos ha entregado y no tenerlo por poco sino reconocerlo como una bendición.
Isaías 40:29 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
29 Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
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