Prosigo a la meta: notas de predicación.

domingo, 16 de febrero de 2025


El tema del día de hoy es acerca del propósito de vida, el esfuerzo personal, las influencias externas, y la manera en que afectan nuestra relación con Dios. Un propósito nos puede mover por años mientras no lo alcancemos; en ocasiones, los padres de familia lo encuentran mientras se esfuerzan más allá de los límites de la salud para apoyar en el desarrollo de sus hijos. Por otra parte, tenemos gente que se esfuerza por obtener recompensas y su propósito de vida se transforma en trabajar para pagar vacaciones y obtener algunos bienes materiales. Ya sea que nos esforcemos de manera altruista por otras personas o por beneficios para nosotros, nada de esto es algo malo. Pero pensemos en lo que ocurre cuando un día nos detenemos a ver a personas como nosotros que se esfuerzan por hacer bien las cosas, los vemos fracasar y esto nos influye.
 
Debido a que somos seres sociales, mucho de nuestro tiempo está dirigido a observar con quiénes convivimos. Cuando son personas a las que admiramos y estas avanzan positivamente en la vida, esto nos puede influir de buena manera. Sin embargo, no siempre pensamos o actuamos de manera sana cuando fracasan, y esto se debe a la falta de madurez o incluso a emociones que podemos tener ocultas, como, por ejemplo, la envidia. Está claro que todos conocemos a alguien a quien muchas personas admiran, pero aunque parezca contradictorio, también esperan que falle y tropiece para poderse justificar a sí mismos de no ser como esta persona. Veamos el siguiente versículo:
 
Romanos 14:12 Dios Habla Hoy (DHH)
12 Así pues, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios.

 
La cita anterior es bastante conocida, aún entre no creyentes, y se llega a utilizar para tratar de defenderse al ser acusados de envidiar o criticar. Estos dos males son más comunes de lo que pensamos, pues mucha gente pasa su tiempo examinando las vidas ajenas. Incluso, hay quienes señalan que sus fracasos personales se deben a que confiaron en la persona equivocada: un jefe, la pareja o un amigo, y aunque ya haya pasado mucho tiempo desde el momento en que ocurrió la decepción, no han podido ver más a futuro. No han logrado levantarse, continúan en la depresión o acumulando rencor contra alguien que quizá ya no forma parte de su vida cotidiana.

Perdemos mucho tiempo dejando que nuestros pensamientos vayan al pasado, no sabiendo perdonar, y después de transcurrir años, esto se puede volver como un ancla que no nos permite ser libres ni avanzar. Aun los creyentes nos vemos sujetos al mal manejo de las emociones y nos dejamos contaminar por situaciones que no comprendemos pero que nos hunden:
  • La vida fracasada de algunos pastores.
  • El daño que suelen causar líderes sin vocación.
  • La amargura de algunos hermanos.
  • El chisme y murmuración.
Todo lo anterior puede lograr corromper y dañar a quienes, con verdadero deseo pero poca madurez, desean servir a Dios. Entonces, nos alejamos de nuestro propósito. ¿En usted ha influido alguien de manera negativa o le ha alejado en su relación con Dios? Viendo a otros fracasar y decepcionarle, ¿se ha preguntado si vale la pena continuar ayudando a las personas? Permítame decirle que su propósito de vida no está ligado a que quienes le rodean cumplan el suyo. Usted tiene algo que hacer para lo que Dios le ha llamado, y otras personas tendrán que resolver su propio asunto. Para mayor comprensión de los siguientes versículos, sugerimos leer todo el capítulo:
 
Juan 21:21-22 Dios Habla Hoy (DHH)
21 Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: —Señor, y a éste, ¿qué le va a pasar? 22 Jesús le contestó: —Si quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿qué te importa a ti? Tú sígueme.

 
Cada creyente, por parte de Dios, tiene un plan a desarrollar, y nuestro interés debe estar en lo que nos toca hacer, sin importar que otros lleven a cabo su parte. Usted hará tanto como pueda con las oportunidades que se le presenten y los obstáculos que enfrente. Antes y después, todo depende de la voluntad de Dios. Nuestro propósito de vida se encuentra en mantener el enfoque en lo que Dios nos ha llamado a hacer, sin dejarnos desviar por los errores de otras personas o sus expectativas sobre nosotros. Nuestras acciones deben estar impulsadas por agradar a aquel que nos ha llamado, sin dejarnos confundir ni decepcionar, aun por quienes solo están improvisando una vida de fe.
 
Filipenses 3:14 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
 
 

Buscar un tema

Entradas populares

2 Corintios 4:7 (TLA)

Tenemos este tesoro en vasijas de barro para demostrar que este extraordinario poder que obra en nuestra vida no viene de nosotros, sino de Dios.

Redes sociales

Enlace para tu celular