Él es fiel y justo, notas predicación.
domingo, 9 de julio de 2023
Hoy hablaremos de la oración que nos acerca a Dios. Para poder explicar este tema permítame ejemplificar con algunas comparaciones, a varios nos ha pasado que cuando jóvenes las primeras veces nos daba nervio visitar los bancos, las razones pueden ser distintas como el no saber cómo preguntar por algunos trámites, hacer filas para pagar y así más cosas; lo mismo ocurre al tomar el transporte público por primera ocasión, tener el temor de perdernos en la ciudad o pasar de largo nuestro destino; en ambos casos el común es entablar una relación o diálogo con desconocidos y no saber cómo darnos a entender o el destino que deseamos alcanzar.
Todo creyente necesita saber cómo relacionarse con Dios a través de la oración pero son muchos quienes expresan sentir que no lo hacen de la manera correcta, ¿le resulta común sentirse en un monólogo o bostezar mientras ora? Hoy hablaremos un poco acerca de este interesante tema esperando arrojar un poco de luz en esto que puede resultar muy complejo.
Al iniciar el tema hemos señalado cómo para algunas personas resulta complicado visitar los bancos o andar en el transporte público, sobretodo en las primeras ocasiones, esto por sí mismo ya nos debería permitir entender que la falta de práctica sobre alguna actividad nos conlleva algún estrés, lo mismo ocurre cuando oramos y no tenemos la costumbre aun teniendo cincuenta años de creyentes.
Muchos son los creyentes que acuden con regularidad a la iglesia al menos una vez a la semana y si es grande el número de asistentes es fácil pasar desapercibido, quizá nadie se de cuenta que no asistes a otras reuniones, pocos conocen tu nombre y nadie se ha enterado de que no sabes orar. En el libro de Mateo (6:5-15) Jesús nos enseña cómo orar en caso de ser su caso personal le invitamos a hacer esta lectura, pero nuestro tema no es el saber orar más bien conocer la oración que nos acerca a Dios. Entonces supongamos que usted no tiene problemas en que salgan las palabras correctas de su boca más bien su situación es sentirse que no habla con nadie. Veamos los siguientes versículos:
Salmos 5:1-3 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5 Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir. 2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré. 3 Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré
En los versículos anteriores se narra “de mañana oirás mi voz”, por siglos son muchos los creyentes que han escogido apartar las primeras horas de su día para orar a Dios, Jesús mismo tenía esta costumbre (Marcos 1:35, Lucas 5:16). No existe una regla que especifique que se deba hacer de esta manera pero la idea sin complicaciones es poner en primer lugar a Dios en nuestras vidas por tanto hay quien cada día quiere iniciarlo dando un “buenos días” al Señor y no terminar el día hablándole de sus quejas.
Recibir el consejo de Dios desde temprano y aun antes de salir de casa o desde nuestra recamara debería permitirnos iniciar bien el día. Veamos más detenidamente el versículo uno:
Salmos 5:1a Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5:1a Escucha, oh Jehová, mis palabras;
El versículo anterior comienza pidiendo que Dios nos escuche, en las relaciones personales suele ocurrir que platicamos con personas durante un periodo de tiempo, después de este les preguntamos algo sobre la conversación y nos responden que no estaban poniendo atención, no recuerdan que les hemos dicho, ¿le ha pasado con sus hijos? Entonces lo que vemos en el versículo es el inicio de un tiempo de oración donde le pedimos a Dios que aparte un tiempo para recordarnos. La oración jamás se debe volver un acto de repetición de palabras, esto lo encontramos en los siguientes versículos:
Mateo 6:7-8 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Tengamos cuidado con la interpretación de los versículos anteriores, es correcto orar (repetir) el “padre nuestro” quizá cada día, pero hacerlo treinta veces en la misma hora no tiene sentido pues la primera vez que lo recitas si lo has hecho con el corazón arrepentido delante de Dios entonces él te habrá escuchado.
¿Existe alguna razón por la cual podríamos pensar que Dios no escucha nuestras oraciones? Lo único que nos aparta de Dios es nuestro pecado (1 Juan 1:9), por tanto el que acude a Dios en oración con arrepentimiento será escuchado (Romanos 2:5, Mateo 3:8, Mateo 9:13, Proverbios 28:13 ).
A Dios jamás lo vamos a impresionar repitiendo oraciones muy elaboradas ni con palabras bellas de algún libro, pero si lo que pretendemos es llamar su atención entonces meditemos el siguiente versículo:
Santiago 4:8 Traducción en lenguaje actual (TLA)
8 Háganse amigos de Dios, y él se hará amigo de ustedes. ¡Pecadores, dejen de hacer el mal! Los que quieren amar a Dios, pero también quieren pecar, deben tomar una decisión: o Dios, o el mundo de pecado.
Como podemos ver en el versículo anterior podemos llegar a ser amigos de Dios pero el precio es abandonar el pecado, la oración nos acerca a Dios y si queremos que sea nuestro amigo entonces necesitamos hablar de las cosas que queremos hacer y a Él le agradan.
Cuando experimentamos la sensación de que Dios no escucha nuestra oración usualmente es debido a que nuestra relación con él está rota aunque pensemos que estamos haciendo bien las cosas y eso nos debería llevar a reflexionar profundamente en que estamos fallando, lo cual no siempre resulta sencillo. En el libro de Marcos (10:17-22) nos encontramos a un joven que decía cumplir todos los mandamientos desde muy joven lo cual Jesús NO contradijo, pero su relación con Dios no estaba completa al tener aprensión a las riquezas y no poder poner en primer lugar a Dios.
Entonces podemos concluir por el momento que la oración que nos acerca a Dios esta antecedida por el arrepentimiento de pecados, no pretende ser elegante (palabrería) pero sí concreta y nos aparta de nuestra opinión para poner en primer lugar el consejo de Dios.
1 Juan 1:9 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Todo creyente necesita saber cómo relacionarse con Dios a través de la oración pero son muchos quienes expresan sentir que no lo hacen de la manera correcta, ¿le resulta común sentirse en un monólogo o bostezar mientras ora? Hoy hablaremos un poco acerca de este interesante tema esperando arrojar un poco de luz en esto que puede resultar muy complejo.
Al iniciar el tema hemos señalado cómo para algunas personas resulta complicado visitar los bancos o andar en el transporte público, sobretodo en las primeras ocasiones, esto por sí mismo ya nos debería permitir entender que la falta de práctica sobre alguna actividad nos conlleva algún estrés, lo mismo ocurre cuando oramos y no tenemos la costumbre aun teniendo cincuenta años de creyentes.
Muchos son los creyentes que acuden con regularidad a la iglesia al menos una vez a la semana y si es grande el número de asistentes es fácil pasar desapercibido, quizá nadie se de cuenta que no asistes a otras reuniones, pocos conocen tu nombre y nadie se ha enterado de que no sabes orar. En el libro de Mateo (6:5-15) Jesús nos enseña cómo orar en caso de ser su caso personal le invitamos a hacer esta lectura, pero nuestro tema no es el saber orar más bien conocer la oración que nos acerca a Dios. Entonces supongamos que usted no tiene problemas en que salgan las palabras correctas de su boca más bien su situación es sentirse que no habla con nadie. Veamos los siguientes versículos:
Salmos 5:1-3 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5 Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir. 2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré. 3 Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré
En los versículos anteriores se narra “de mañana oirás mi voz”, por siglos son muchos los creyentes que han escogido apartar las primeras horas de su día para orar a Dios, Jesús mismo tenía esta costumbre (Marcos 1:35, Lucas 5:16). No existe una regla que especifique que se deba hacer de esta manera pero la idea sin complicaciones es poner en primer lugar a Dios en nuestras vidas por tanto hay quien cada día quiere iniciarlo dando un “buenos días” al Señor y no terminar el día hablándole de sus quejas.
Recibir el consejo de Dios desde temprano y aun antes de salir de casa o desde nuestra recamara debería permitirnos iniciar bien el día. Veamos más detenidamente el versículo uno:
Salmos 5:1a Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5:1a Escucha, oh Jehová, mis palabras;
El versículo anterior comienza pidiendo que Dios nos escuche, en las relaciones personales suele ocurrir que platicamos con personas durante un periodo de tiempo, después de este les preguntamos algo sobre la conversación y nos responden que no estaban poniendo atención, no recuerdan que les hemos dicho, ¿le ha pasado con sus hijos? Entonces lo que vemos en el versículo es el inicio de un tiempo de oración donde le pedimos a Dios que aparte un tiempo para recordarnos. La oración jamás se debe volver un acto de repetición de palabras, esto lo encontramos en los siguientes versículos:
Mateo 6:7-8 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. 8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Tengamos cuidado con la interpretación de los versículos anteriores, es correcto orar (repetir) el “padre nuestro” quizá cada día, pero hacerlo treinta veces en la misma hora no tiene sentido pues la primera vez que lo recitas si lo has hecho con el corazón arrepentido delante de Dios entonces él te habrá escuchado.
¿Existe alguna razón por la cual podríamos pensar que Dios no escucha nuestras oraciones? Lo único que nos aparta de Dios es nuestro pecado (1 Juan 1:9), por tanto el que acude a Dios en oración con arrepentimiento será escuchado (Romanos 2:5, Mateo 3:8, Mateo 9:13, Proverbios 28:13 ).
A Dios jamás lo vamos a impresionar repitiendo oraciones muy elaboradas ni con palabras bellas de algún libro, pero si lo que pretendemos es llamar su atención entonces meditemos el siguiente versículo:
Santiago 4:8 Traducción en lenguaje actual (TLA)
8 Háganse amigos de Dios, y él se hará amigo de ustedes. ¡Pecadores, dejen de hacer el mal! Los que quieren amar a Dios, pero también quieren pecar, deben tomar una decisión: o Dios, o el mundo de pecado.
Como podemos ver en el versículo anterior podemos llegar a ser amigos de Dios pero el precio es abandonar el pecado, la oración nos acerca a Dios y si queremos que sea nuestro amigo entonces necesitamos hablar de las cosas que queremos hacer y a Él le agradan.
Cuando experimentamos la sensación de que Dios no escucha nuestra oración usualmente es debido a que nuestra relación con él está rota aunque pensemos que estamos haciendo bien las cosas y eso nos debería llevar a reflexionar profundamente en que estamos fallando, lo cual no siempre resulta sencillo. En el libro de Marcos (10:17-22) nos encontramos a un joven que decía cumplir todos los mandamientos desde muy joven lo cual Jesús NO contradijo, pero su relación con Dios no estaba completa al tener aprensión a las riquezas y no poder poner en primer lugar a Dios.
Entonces podemos concluir por el momento que la oración que nos acerca a Dios esta antecedida por el arrepentimiento de pecados, no pretende ser elegante (palabrería) pero sí concreta y nos aparta de nuestra opinión para poner en primer lugar el consejo de Dios.
1 Juan 1:9 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
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