Moradas hay, notas predicación
domingo, 3 de abril de 2022
En los próximos días estaremos en la llamada semana santa, para los creyentes de todo el mundo llegan a ser muy significativos al igual que la natividad. De tal manera que es un periodo de tiempo para la reflexión donde se nos invita cotidianamente a ser mejores personas, ya sea practicando la generosidad o bien siendo más cordiales. Aunque siendo honestos, esto no resulta exclusivo y aun los no creyentes llegan a practicar estos principios a un nivel más altruista.
Lo anteriormente mencionado toma relevancia si reflexionamos acerca de la oportunidad que cada ser humano tiene para alcanzar el paraíso (1 Juan 14: 2-3), al cual solo tienen acceso quienes han aceptado a Jesús como su salvador (Romanos 10:10) y no por obras (Efesios 2: 8-9). Al no creyente esto no les interesa pero a nosotros nos debería motivar para ir a evangelizar pues existe otro destino opuesto al paraíso para quien no creyó (2 Tesalonicenses 1: 8-9).
Después de todo lo dicho, si decimos ser creyentes, deberíamos poner nuestra atención en nuestra persona, luego en la familia y por último en los amigos (conocidos) con el propósito de hacerles saber que todos necesitamos de Dios sin importar el estatus cultural, social o de pecado en que nos encontremos. En la biblia encontramos algunos personajes destacados en estas áreas:
- Nicodemo conocía las escrituras pero estaba perdido (cultural) (Juan 3: 1-21).
- José de Arimatea a quien las riquezas no le fueron suficientes (social) (Juan 19:38).
- La mujer samaritana de quien se dice era despreciada (pecado) (Juan 4: 1-42).
Cada uno de los anteriores tuvieron un encuentro con Jesús que cambió el resto de sus vidas, pero si hemos de citar momentos de transformación entonces necesitamos ir al momento de la cruz, veamos los siguientes versículos:
Lucas 23:39-43 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
39 Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40 Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41 Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. 42 Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43 Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Y allí está una conversión épica de un criminal (Lucas 23:33) pero analizemos rápido el contexto donde encontramos tres hombres al borde de la muerte de los cuales dos eran culpables de distintos delitos muy graves ante la ley humana de aquella época y uno inocente. En resumen podemos decir:
- Uno moriría en sus gravosos crímenes.
- El segundo moriría siendo perdonado de sus gravosos crímenes.
- El tercero moriría para que nosotros fuéramos salvos de todos nuestros gravosos crímenes.
Podemos ver que no es del todo cierto que la gente que se encuentra al borde de la muerte se arrepiente de toda la maldad llevada a cabo en sus vidas. En el versículo treinta y nueve vemos que uno de los criminales injuriaba (ofendía, insultaba) a Jesús y por momentos trataba de tentarle para que se bajase de la cruz, lo cual no ocurrió para que se cumpliesen todas las profecías del Cristo.
Hoy en día no son pocos quienes acuden a las iglesias a pedir en oración favores a Dios con diálogos que se aproximan al chantaje prometiendo abandonar el alcohol, la amante, los malos negocios a cambio de caprichos, fortunas, salud, entre otras cosas.
Pero no debemos olvidar que uno de los criminales no trató de negociar su perdón o castigo por sus crímenes “Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos (Lucas 23: 41a)”. Cuando pedimos a Dios en oración lo que realmente hacemos es pedir que confirme su buena voluntad hacia nosotros, Él es soberano y hará lo que le plazca y considere justo. Este criminal aceptaría la voluntad del soberano y Rey “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas 23: 42-43)”.
Este criminal realmente estuvo a un paso de caer en el precipicio del infierno pero el reconocer su condición (Lucas 23:40), sus pecados (Lucas 23:41) y el reconocer la presencia del Cristo, lo rescató y le aseguró un lugar en el paraíso. Ambos criminales tuvieron la oportunidad de estar en la presencia del salvador y solo uno la aprovechó. Le invitamos a compartir esta palabra pues seguro conoce a alguien que está a punto de perderse y ahora es el momento que usted le presente el evangelio para que aparte un lugar en el paraíso.
Juan 14:2 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
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