El que permanece en mí, notas predicación

domingo, 13 de junio de 2021


El día de hoy, queremos hablar de una de las parábolas de Jesús. Que es muy conocida por quienes asistimos regularmente a una iglesia. Pero a la luz de la cual, tal vez nos hace falta analizar nuestras propias vidas:

Juan 15:1-6 Palabra de Dios para Todos (PDT)
15 »Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el que la cuida. 2 Él corta todas mis ramas que no dan fruto. Poda y limpia cada rama que da fruto para que así produzca más. 3 Mi mensaje ya los ha limpiado a ustedes. 4 Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Ninguna rama puede dar fruto si está sola, sino que tiene que estar unida a la vid. Igual sucede con ustedes, no pueden dar fruto si no se quedan en mí. 5 »Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, producirá mucho fruto, pues separados de mí, ustedes no pueden hacer nada. 6 Pero el que no permanece en mí, será desechado como una rama inútil que se seca. Después se recogerán las ramas secas, se echarán al fuego y se quemarán.


1. Jesús es la vid y Dios Padre el que la cuida.
Es solamente por medio de Cristo que venimos a formar parte de la familia de Dios. Es a través de él que brota todo lo bueno que hay en nosotros.

1 Timoteo 2:5 Dios Habla Hoy (DHH)
5 Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús.


2. Nosotros somos las ramas.
Nuestro desarrollo es a partir de él. Fuimos llamados a reflejar su naturaleza en este mundo y él nos va proveyendo lo necesario para hacerlo.

2 Corintios 3:18 Nueva Traducción Viviente (NTV)
18 Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.


3. El que permanece en Cristo, y Cristo en él, producirá mucho fruto.
Permanecemos en Jesús y él en nosotros cuando nos mantenemos en comunión con él. Y, como en cualquier relación, empezamos a manifestar similitudes. Es decir, del tiempo que pasamos conociéndolo, vamos tomando características suyas. Aprendemos lo que Dios espera de nosotros y, con su ayuda, modificamos nuestras conductas para agradarle.

El "dar fruto" es un resultado directo de esto. Puesto que es la naturaleza de Dios la que estamos permitiendo fluir en nuestra vida, es su fruto el que es producido.

Gálatas 5:22-23 Biblia del Jubileo (JBS)
22 Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.


Esto es la evidencia de que somos seguidores de Cristo, de que estamos unidos a él y él a nosotros.
"pues separados de mí, ustedes no pueden hacer nada."

Si bien, al mencionar el "permanecer" ya nos habla de la necesidad de que nuestra relación sea continua, prosigue haciendo mención a qué pasa en el caso de una separación. Y, sí, es posible alejarse de él después de haber creído. Lo que sucede en este caso es que perdemos el fruto, pues esto no surgían de nosotros, sino de él. 

Y, al desconectarnos, podemos producir imitaciones de ese fruto, en la mayoría de los casos, con alguna intención oculta. Sea para alimentar nuestro propio orgullo, recibir halagos de la gente, evitar sentir culpas o cualquier otro deseo egoísta, llegamos a aparentar muchos de estos frutos. Pero, estos solamente son pasajeros. Nos pueden llenar un momento y desaparecer al siguiente.
Entonces podemos decir, por poner algunos ejemplos, que: 

  • Cuando nuestro gozo permanece solo mientras recibimos todo lo que pedimos a Dios y al primer capricho no cumplido caemos en angustia y desesperación, no solo dejamos claro que ese gozo provenía de nuestra carne, sino que, a la vez, mostramos que no nos interesa que la voluntad de Dios sea hecha en nuestras vidas.
  • Cuando las situaciones de la vida nos hacen perder la paz continuamente, no solamente estamos revelando que esa no era la paz del Señor; también manifestamos nuestra falta de fe.
  • Cuando nuestra bondad es solamente hacia nuestra familia y amigos, o a quien siempre está de acuerdo con nosotros, queda claro que no se parece en nada a la bondad de Cristo.

4. El que no permanece en Cristo, será desechado.
Hasta un ateo puede identificar los “pecados escandalosos” como algo negativo para su vida. Pero, hay un puñado de pecados, que para algunos creyentes pasan como “cosas normales”, e incluso como actividades diarias. Leamos detenidamente el siguiente versículo:

Gálatas 5:19-21 Dios Habla Hoy (DHH)
19 Es fácil ver lo que hacen quienes siguen los malos deseos: cometen inmoralidades sexuales, hacen cosas impuras y viciosas, 20 adoran ídolos y practican la brujería. Mantienen odios, discordias y celos. Se enojan fácilmente, causan rivalidades, divisiones y partidismos. 21 Son envidiosos, borrachos, glotones y otras cosas parecidas. Les advierto a ustedes, como ya antes lo he hecho, que los que así se portan no tendrán parte en el reino de Dios.


Si nuestras emociones y conductas, concuerdan con las llamadas obras de la carne, estamos permitiendo que la naturaleza de Satanás se manifieste a través de nosotros. Entonces, nos comportamos como enemigos de Dios y como tales seremos tratados.
Y, en la parábola del trigo y la cizaña podemos ver otro ejemplo de esto: como la cizaña del trigo, seremos separados de la verdadera iglesia y desechados el día del juicio.

Como conclusión, podemos decir que es crucial poner atención a los frutos que estamos produciendo. Ya que, se nos ha advertido que podemos creer ser ramas de la vid cuando no lo somos. Y a Dios no lo engañamos, él cortará toda rama que no dé el fruto esperado. Así que, necesitamos vigilarnos a nosotros mismos pues:

Jeremías 17:9 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?


Y es precisamente por el autoengaño que llegamos a pensar que somos "buenas personas". Pasando por alto que, puede ser que nos hayamos separado de Cristo sin notarlo. Que, estemos tan distraídos con las actividades del trabajo, el hogar o la iglesia, que no nos hayamos percatado de que estamos trabajando para el equipo contrario al que decimos apoyar. Pero, mientras sigamos con vida, estamos a tiempo de arrepentirnos y volvernos a Dios.

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