No se crean mejores ni más sabios que los demás, notas predicación

domingo, 11 de octubre de 2020


Actualmente cualquier persona puede hacer saber sus opiniones a todo el mundo. Estamos a un click de distancia de que todos sepan en qué creemos u observen cómo nos comportamos. Podemos ver que, incluso aquellos que no se molestan en votar por sus representantes locales, sienten que tienen la obligación de entrar en discusiones en redes sociales con cualquier persona que se atreva a opinar algo diferente. Esta facilidad de difusión deja muy claro el hecho de que estamos en desacuerdo con gente con la que creíamos coincidir en cuestión de principios. Por lo que el día de hoy, le invitamos a preguntarse: ¿Mi forma de pensar y actuar refleja los principios de mi religión? O bien: ¿Mi opinión "representa” el sentir de los cristianos?

Puede ser que usted alguna vez haya conocido a una persona que dice ser muy “espiritual” y sin embargo es de lo más conflictiva. Me atrevería a decir que, no solo la mayoría conocemos bastantes, sino que, incluso conocemos a muchos otros que han huido de las iglesias y no quieren saber nada de Dios, basándose en el comportamiento de las primeras. Aunque tratemos de no tener prejuicios, la generalización es parte de cada área de nuestras vidas y, hacemos juicios acerca de grupos de personas a partir del comportamiento de una sola.

Esto no es un problema exclusivo de las religiones, sucede en cualquier institución. Imagínese a la persona más conflictiva de su familia, de su escuela, de su trabajo o de su colonia. ¿Causa usted los mismos problemas que esa persona? Probablemente no. Sin embargo, es posible que haya perdido la oportunidad de conocer a otros porque lo han etiquetado basados en la actitud de alguno de ellos. Pero quizá también nosotros, con actitudes irritantes, hemos sido causa de que desconocidos le den la espalda a gente agradable y con buenas intenciones.

Pero concentrémonos en las creencias espirituales, tal vez se pregunte: ¿Cómo podríamos ser un mal ejemplo de nuestra religión si precisamente la practicamos para ser mejores personas y ayudar a los demás? Seguramente todos hemos tomado buenos consejos de nuestra religión para hacer nuestro comportamiento más adecuado. Pero, ¿podría ser que también hayamos usado nuestras creencias para justificar actitudes dañinas? Si realmente queremos mejorar, estaremos dispuestos a explorar esa posibilidad.

Tal vez, asistimos a la iglesia cada semana para escuchar qué es lo que otros están haciendo mal. Puede ser que, en un intento de probar que estamos en lo correcto, hemos decidido señalar lo incorrecto en otros y olvidamos por completo que a los que estábamos intentando cambiar era a nosotros mismos. Quizá nos convencimos de que, al cumplir con congregarnos, leer la biblia, ir a la reunión de oración y ofrendar, ya éramos buenas personas. Este tipo de actitudes no es ninguna novedad, en el siguiente versículo podemos ver que Jesús ya advertía sobre ello:

 

Mateo 23:23 Nueva Traducción Viviente (NTV)

» ¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues se cuidan de dar el diezmo sobre el más mínimo ingreso de sus jardines de hierbas, pero pasan por alto los aspectos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Es cierto que deben diezmar, pero sin descuidar las cosas más importantes.

 

Al estudiar la biblia será inevitable encontrar consejos que podrían mejorarles la vida a nuestros seres queridos, pero hay que resistir la tentación de ir diciéndole a todo mundo qué es lo que “están haciendo mal”. ¿Estás tan feliz de lo mejor que es tu vida después de haber conocido a Dios que quieres que todos a tu alrededor lo conozcan? ¡Muestra tus cambios! Cuando usamos la palabra de Dios para mejorar nuestras actitudes, la gente lo nota. Si lograste dejar la ansiedad, la amargura, el pesimismo, el rencor o el odio, la gente que te conoce se va a preguntar cómo le hiciste. Aún mejor, cuando tu cambio de pensamiento y actitud se vea reflejado en tu salud, tus relaciones personales o tu trabajo, van a preguntarte a ti cómo lo lograste.

Si queremos animar a la gente de nuestro entorno a buscar a Dios, lo mejor que podemos hacer es concentrarnos en que los beneficios de seguir su palabra sean evidentes en nuestras vidas. Las personas tienen una inclinación a escuchar consejos de personas que pasaron por situaciones iguales o más complicadas que las propias y lograron superar el problema. ¿Ha notado como la gente usa todo tipo de remedios dudosos para bajar de peso por la impactante diferencia en las fotos del “antes” y el “después”? Al anunciar a Dios, la gente debería poder ver en nosotros su poder; el “antes” y el “después” de nuestro comportamiento debería impactarlos.

Aquí podemos ver un ejemplo de cómo el cambio en una persona resulta en otras personas asombradas del poder de Dios:

 

Marcos 2:3,11-12 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. 11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

 

Podemos resumir el mensaje diciendo que, al usar la biblia para justificar nuestras agresiones a terceros conseguiremos que la gente nos desprecie a nosotros y a nuestro Dios. Pero, al usar la biblia para cambiar nuestros pensamientos y actitudes, lograremos que la gente se agrade de nuestros resultados y se maraville de nuestro Dios.  Cabe destacar que no es a contiendas a lo que hemos sido llamados, sino a paz y armonía.

 

Romanos 12:16 Palabra de Dios para Todos (PDT)

Vivan en paz y armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino amigos de los que la gente desprecia. No se crean mejores ni más sabios que los demás.

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