Andad en el Espíritu, notas predicación
domingo, 21 de febrero de 2021
El día de hoy hablaremos del pecado, pero no desde el punto de vista de señalar alguno en particular. Pues, está claro que existen una multitud de conductas que resultan graves ante la mirada de la humanidad. Por lo que, en esta ocasión, concientizaremos sobre el problema que el pecado trae al creyente y su relación con Dios.
Hace un par de semanas, concluimos que “la vida plena (en confianza, abundancia y seguridad) para el creyente involucra directamente tener presente en todo tiempo el regreso de Cristo.” Pero, si nos detenemos a pensar que la mayoría de los creyentes (practicantes) tienen la misma necesidad de salir a trabajar, estudiar y tener en general una vida en común con los no creyentes, entonces nos damos cuenta que también la oportunidad de pecar se encuentra latente.
Una vez que confesamos a Cristo como nuestro salvador a nuestras casas no llega una capsula inflable de plástico donde nos metamos para estar apartados del pecado. Tampoco ocurre que nos encerremos para no “contaminarnos del mundo”, quizá solo por alguna pandemia. Pero al pecado el creyente no lo ve tan grave como para aislarse y, tampoco sugerimos que para guardar su relación con Dios intacta se vaya a vivir a un cerro de por vida. El asunto se complica porque deseamos verdaderamente tener una relación de paz y comunión con Dios pero la mayoría de las cosas que ocurren en nuestra vida común parecen apartarnos de él.
Entonces se preguntará: ¿Qué sentido tiene esconderse del pecado, si este abunda a nuestro alrededor? Y el creyente entonces se permite caer en el engaño comenzando a ser permisivo, tal cual como cuando el doctor le prohíbe comer algo en especifico por causarte alergia pero sabiendo que cada vez que se presenta basta con que te administren un medicamento para “aliviar la molestia”, entonces te das pequeños permisos de desobedecer las indicaciones. Veamos el siguiente versículo:
1 Juan 2:1 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso les escribo esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos defiende ante Dios el Padre
Para muchos creyentes la vida de fe se vuelve concesiones constantes a situaciones que describe como muy complicadas de eludir, y aunque abogado tenemos “Pero si alguno peca” esto no se significa un permiso extraordinario para buscar las situaciones más complicadas donde reclamarlo. El pecado destruye nuestra relación con Dios y usted necesita preguntarse ¿Cómo ocurre esto?. Veamos el siguiente versículo:
Juan 17:15 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Una manera de explicarlo sería que un día sales a trabajar y durante el transcurso por la calle un niño te vomita encima, luego una ave en vuelo de defeca y hasta este punto tú no eres culpable de estos eventos pero, ya estando sucio y mal oliente, decides caminar por los charcos de agua podrida con los tenis que te regalaron tus padres. Y así, tranquilamente regresas a casa anunciando: “¡Ya vine! ¿Qué hay de cenar?” ¿Cuál será la respuesta de tus padres? "¡Siéntate! Te estamos esperando.” ¡Claro que no! Te dirán que vayas a bañarte y luego vuelvas a ver qué alcanzas antes de que se enfríe la cena. Seguramente estarán contentos de recibirte en la mesa una vez que te hayas asesado, pero quizá lamenten lo ocurrido con los tenis que te regalaron con tanto cariño.
Con el ejemplo anterior, queremos llevarlo a reflexionar que:
La reconciliación con Dios es algo que solo Cristo pudo hacer por medio del derramamiento de su sangre en la cruz, todo cuanto somos en pecado ha sido sepultado o echado al fondo del mar como dice el siguiente versículo:
Miqueas 7:19 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Pero aun hay más, mientras estemos en esta vida necesitamos estar persiguiendo la santidad en términos de discernir las situaciones donde se encuentra el pecado e ir en dirección contraria. Veamos los siguientes versículos:
Gálatas 5:16-17 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
A manera de conclusión podemos decir que el creyente necesita adquirir más conciencia de las situaciones de pecado en su actuar diario y dejar de proceder como un bribón que se justifica como delincuente menor porque, a su opinión, sus faltas no son tan graves como las de otros. Al pecado se le ha de llamar pecado y no oportunidad.
Hace un par de semanas, concluimos que “la vida plena (en confianza, abundancia y seguridad) para el creyente involucra directamente tener presente en todo tiempo el regreso de Cristo.” Pero, si nos detenemos a pensar que la mayoría de los creyentes (practicantes) tienen la misma necesidad de salir a trabajar, estudiar y tener en general una vida en común con los no creyentes, entonces nos damos cuenta que también la oportunidad de pecar se encuentra latente.
Una vez que confesamos a Cristo como nuestro salvador a nuestras casas no llega una capsula inflable de plástico donde nos metamos para estar apartados del pecado. Tampoco ocurre que nos encerremos para no “contaminarnos del mundo”, quizá solo por alguna pandemia. Pero al pecado el creyente no lo ve tan grave como para aislarse y, tampoco sugerimos que para guardar su relación con Dios intacta se vaya a vivir a un cerro de por vida. El asunto se complica porque deseamos verdaderamente tener una relación de paz y comunión con Dios pero la mayoría de las cosas que ocurren en nuestra vida común parecen apartarnos de él.
Entonces se preguntará: ¿Qué sentido tiene esconderse del pecado, si este abunda a nuestro alrededor? Y el creyente entonces se permite caer en el engaño comenzando a ser permisivo, tal cual como cuando el doctor le prohíbe comer algo en especifico por causarte alergia pero sabiendo que cada vez que se presenta basta con que te administren un medicamento para “aliviar la molestia”, entonces te das pequeños permisos de desobedecer las indicaciones. Veamos el siguiente versículo:
1 Juan 2:1 Traducción en lenguaje actual (TLA)
Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso les escribo esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos defiende ante Dios el Padre
Para muchos creyentes la vida de fe se vuelve concesiones constantes a situaciones que describe como muy complicadas de eludir, y aunque abogado tenemos “Pero si alguno peca” esto no se significa un permiso extraordinario para buscar las situaciones más complicadas donde reclamarlo. El pecado destruye nuestra relación con Dios y usted necesita preguntarse ¿Cómo ocurre esto?. Veamos el siguiente versículo:
Juan 17:15 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Una manera de explicarlo sería que un día sales a trabajar y durante el transcurso por la calle un niño te vomita encima, luego una ave en vuelo de defeca y hasta este punto tú no eres culpable de estos eventos pero, ya estando sucio y mal oliente, decides caminar por los charcos de agua podrida con los tenis que te regalaron tus padres. Y así, tranquilamente regresas a casa anunciando: “¡Ya vine! ¿Qué hay de cenar?” ¿Cuál será la respuesta de tus padres? "¡Siéntate! Te estamos esperando.” ¡Claro que no! Te dirán que vayas a bañarte y luego vuelvas a ver qué alcanzas antes de que se enfríe la cena. Seguramente estarán contentos de recibirte en la mesa una vez que te hayas asesado, pero quizá lamenten lo ocurrido con los tenis que te regalaron con tanto cariño.
Con el ejemplo anterior, queremos llevarlo a reflexionar que:
- El humano todos los días ha de tomar decisiones y algunas muy difíciles pero necesita discernir que algunas lo ensucian y se puede lavar fácilmente, mientras que en otras el mal olor permanece por más tiempo.
- Entre más tiempo esté la ropa sucia y oliente, más complicado será limpiarla.
- En ocasiones la ropa queda muy dañada, el pecado también trae consecuencias a largo plazo.
- La ropa se echa a perder (dejamos al lector la interpretación).
La reconciliación con Dios es algo que solo Cristo pudo hacer por medio del derramamiento de su sangre en la cruz, todo cuanto somos en pecado ha sido sepultado o echado al fondo del mar como dice el siguiente versículo:
Miqueas 7:19 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Pero aun hay más, mientras estemos en esta vida necesitamos estar persiguiendo la santidad en términos de discernir las situaciones donde se encuentra el pecado e ir en dirección contraria. Veamos los siguientes versículos:
Gálatas 5:16-17 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
A manera de conclusión podemos decir que el creyente necesita adquirir más conciencia de las situaciones de pecado en su actuar diario y dejar de proceder como un bribón que se justifica como delincuente menor porque, a su opinión, sus faltas no son tan graves como las de otros. Al pecado se le ha de llamar pecado y no oportunidad.
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