En nuestro país, México, esta semana se ha pretendido, a nivel social, volver a la normalidad de lo que fue la situación antes de la pandemia. Pero, en un país de violencia y corrupción, ¿qué sería una nueva normalidad? Salir al trabajo, a las escuelas o a divertirse con el temor de regresar infectado o quizá regresar a los mismos problemas sociales que no nos han abandonado y quizá se han agudizado aún más profundamente (acoso, asaltos, asesinatos).

En las siguientes semanas, meses y años veremos las repercusiones también para nosotros quienes nos hacemos llamar pueblo Dios o su Iglesia. La semana pasada tratamos el tema sobre la “la importancia de ser instruidos” existe un problema generalizado donde la gente tiene “comezón” por escuchar un nuevo evangelio, pero debo decir que no hay tal. La palabra de Dios es vigente hoy como lo ha sido por todos los siglos. Leamos el siguiente versículo:

Jeremías 2:13 Nueva Versión Internacional (NVI)

Dos son los pecados  que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

¿Cómo es que llegamos abandonar a Dios? Pues bien, hemos buscado en otras aguas lo que solo Dios nos puede dar: consejo, confianza, esperanza, entendimiento, propósito. Pero hemos hecho nuestras propias cisternas que no retienen agua, como poner nuestro oído en los horóscopos, noticieros amarillistas, chismes o filosofías mezcladas. Todo esto, lo único que nos ha traído es una mente desordenada, que se deja llevar hacia donde empuje el viento. Y déjeme decirle hacia donde va este, huele a miedo y es un muy mal presagio. Seguro ha escuchado que en varias partes del mundo están ocurriendo protestas (que no dudo que sean justificadas). Pero, en medio de estas, más allá de posibles actos de vandalismo, también han ocurrido accidentes fatales. Precisamente porque las emociones en desorden pueden llegar a controlar nuestros actos.

Vemos el siguiente versículo:

Proverbios 16:32 Traducción en lenguaje actual (TLA)

Vale más ser paciente que valiente; vale más dominarse uno mismo que dominar a los demás.

Por falta de dominio propio nos justificamos diciendo: "¡que sea lo que Dios quiera!"

Es cierto que la expresión en sí encierra una verdad, el problema es que no hacemos lo que Dios quiere y esto nos trae resultados negativos.

¿Qué podemos hacer por tanto contra el miedo, la ansiedad y falta de autocontrol? Permítame citar 2 versículos para concluir. Leamos el primero:

Proverbios 22:3 Traducción en lenguaje actual (TLA)

El que es inteligente ve el peligro y lo evita; el que es tonto sigue adelante y sufre las consecuencias.

Entonces con esto queremos decir que cuando hay necesidad real de salir de casa a trabajar, conseguir comida o por alguna otra necesidad, simplemente debemos actuar con prudencia y no con negligencia. Todas nuestras acciones, sean buenas o malas, tendrán sus propias consecuencias. 

Leamos el segundo:

Josué 1:9 Traducción en lenguaje actual (TLA)

Yo te pido que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo, porque yo soy tu Dios, y te ayudaré por dondequiera que vayas.

La buena voluntad de Dios nos invita a no ser presa del miedo si andamos en sus caminos. Porque no vamos a donde queremos, sino a donde Él nos lleva.