Autocontrol, frustración, notas predicación
domingo, 31 de mayo de 2020
En medio de pandemias, problemas económicos y sociales, gente encerrada en sus casas o en las calles protestando; podemos ver que las emociones llegan a ser el problema más profundo a tratar cuando las frustraciones nos hacen mirarnos impotentes. Podemos transformar mucho de nuestro entorno y convencer a muchas personas de hacer cambios en sus vidas. Pero, al final de cada día, a quien necesitamos convencer de continuar, es a nosotros mismos.
En quienes practican deportes es fácil ver con transparencia cómo son en realidad. Es decir, el deportista por lo general vive exteriorizando sus emociones, la adrenalina es parte de su motor continuo. Si logra una anotación, lo festeja inmediatamente. Si llegó al campo de entrenamiento con depresión, entonces se refleja abruptamente en su desempeño. Cuando uno los observa de manera externa, podemos ver, aun en sus frustraciones y enojos, cómo son en sus relaciones personales. Un mal perdedor es por lo general una persona que no sabe manejar la frustración y eso se reflejará en su familia, con su esposa, con sus hijos.
Santiago 1:2 (TLA)
Hermanos en Cristo, ustedes deben sentirse muy felices cuando pasen por toda clase de dificultades.
A esto podemos decir que los problemas de la calle se necesitan quedar en la calle y no ser llevados a casa. Pero el mal deportista llevará su frustración más allá del campo de deporte, y todas las relaciones personales que tenga experimentarán las emociones que no pudo dejar atrás.
Santiago 3:2 (TLA)
2 Todos cometemos muchas faltas. ¿Quién, entonces, es una persona madura? Sólo quien es capaz de dominar su lengua y de dominarse a sí mismo.
Entonces el deportista necesita pasar de ser amateur a ser profesional. Mientras está en el campo de su deporte se ha de entregar total y apasionadamente y así como entrena sus músculos y su mente, también necesita controlar su lengua; no solo como un músculo, sino como parte de la conexión que hay con su mente. Necesita entrenar su lengua para hablar no solo políticamente correcto, sino de manera sana. Una lengua ejercitada de manera sana encontrará las palabras adecuadas ante cualquier adversidad y no alimentará el fuego en discusiones innecesarias, no creará problemas donde haya ninguna polémica. El deportista que se controla a sí mismo en todos los aspectos alcanza el éxito.
Santiago 3:11 (TLA)
De un mismo pozo no puede salir agua dulce y agua amarga o salada.
La excelencia que busca nuestro Señor de nosotros es en todos los aspectos y no solo en algunos. No podemos ser "buenos deportistas" solo en el trabajo, en la escuela o en la iglesia. Veámonos a nosotros mismos de manera sincera. Si no nos hemos entrenado correctamente para participar en el deporte de la vida, hagamos cambios, salgamos de la pereza, ejercitémonos en corregir nuestra lengua cuando hablamos, así como nuestras acciones. Puede ser un proceso cansado y doloroso, como la práctica de cualquier deporte. Pero de no hacerlo, hará que vivamos una vida poco saludable (colesterol-cristiano?). Pidamos entonces fuerzas a nuestro Señor para levantarnos de nuestra debilidad espiritual y ejercitemos el autocontrol como un deporte de alto impacto y con gozo de llegar a ser transformados de gloria en gloria hasta lograr tener a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor.
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